Todo empezó cuando mi cuñado me entregó un folleto de la Gore-Tex Transalpine-Run 2006. Fue entonces cuando me entró el gusanillo por esta carrera. Empecé a buscar compañero de fatiga pero no tuve éxito, ya que no podían por diversas causas: familia, trabajo, vacaciones etc. Cuando se lo propuse a mi mujer me dijo que ni loca. Al cabo de un tiempo y viendo que faltaba menos para finalizar las inscripciones, finalmente Bárbara se ofreció. Esta carrera sólo se puede correr por parejas, mujeres, hombres, hombres-master (sus edades deben sumar 80 años) y mixto.

La dificultad aumentó cuando ella tenía que trabajar y cuidar de dos enanos de 2 y 4 años, con una vitalidad insuperable. Creo que el hecho de estar por ellos es como un entreno. No hicimos ninguna preparación específica para esta prueba, ya que el tiempo de entreno era limitado. La verdad es que la preparación no fue la correcta ya que el terreno que encontramos no era ni por asomo el que habíamos pensado. Ella salía a correr 2 horitas y cuando volvía, salía yo.
Desde mi punto de vista, esta carrera la puede terminar cualquiera que se entrene a subir montañas andando a paso ligero y bajando a tumba abierta. Se gana mucho tiempo sabiendo bajar rápido. Yo diría que el 20 o el 30% se puede correr; el resto es pateo puro y duro, excepto para los que están preparados para correr en subida y bajada, que generalmente suelen ser los que van en cabeza.


Después de todo un día de viaje, llegamos a Oberstdoft (Alemania), punto de partida de la 3ª edición de la Transalpine-Run. Llegamos al campamento, recogida de dorsales y bolsa regalo marcada con un número de dorsal. En ella se debía poner toda la ropa necesaria para la carrera, que la organización iría transportando a los lugares donde dormiríamos. A las 6 de la tarde era la “pasta party” con briefing de lo que sería la primera etapa. Como llegamos tarde, nos quedamos sin cenar; tan sólo pudimos comer unas piezas de fruta. Al día siguiente, nos levantamos muy temprano, a las 6 de la mañana, para desayunar bien ya que teníamos mucha hambre.

La primera etapa se disputó desde Oberstdorf a Steeg (Austria) de 28,90 km con un desnivel de 1.496 metros positivo y 1.185 de negativo. Se salía a las 11 de la mañana y puntualmente se dio el disparo de salida. Sería el único día que se empezaría tarde; el motivo de salir tan tarde era porque había gente que llegaba en avión esa misma mañana.
Antes de iniciar la etapa te hacen chequeo de mochilas ya que es obligatorio llevar chaqueta de lluvia, pantalón largo y camiseta de manga larga y un mini botiquín. En los Alpes el tiempo puede variar en cuestión de minutos.
Una vez pasado el chequeo de mochila y dorsal, nos encontramos con 200 parejas, tanto de hombres, mujeres y mixtas. Música a tope, todo el mundo cantando y con una cara de felicidad increíble. Helicóptero de la organización sobrevolando y filmando. Se respira un ambiente muy agradable y todos estamos emocionados.
Salimos muy conservadores; aún quedaban muchos días de carrera y lo más importante era poder acabar.
Para nosotros hacía frío y a partir del Km. 6 empezó una fina lluvia que dejó el terreno resbaladizo y húmedo. Durante los primeros 10 km se podía correr cómodamente hasta que llegó el primer avituallamiento de los dos programados por la organización. A partir de allí el terreno empezaba a subir con pendientes del 15% y algo más. A medida que se cogía altura, la lluvia iba desapareciendo para dejar todo el terreno húmedo y lleno de barro. La bajada fue de vértigo ya que, mientras en la subida sólo andas, en la bajada debes de frenar y andar. Bárbara, que no tenía práctica en bajadas, lo pasó muy mal. Allí fue donde nos adelantaron más de 30 parejas. A medida que pasaban los días, ella cogía más confianza en las bajadas e incluso iba mejorando la técnica.
Al llegar nos esperaban nuestros compañeros españoles, que en esta etapa habían llegado antes que nosotros. Tomamos un poco de fruta y nos dirigimos a un polideportivo para preparar el espacio para descansar. En ese polideportivo tenían sauna, piscina y baño de burbujas; evidentemente nos tomamos nuestro momento de relax, que nos fue de maravilla.

La segunda etapa sería de Steeg a St. Anton, de 29,73 km con 1.947 metros de desnivel positivo y 1.785 de desnivel negativo.
La noche anterior no pude descansar bien ya que la colchoneta estaba estropeada y cada 2 horas tenía que volverla a hinchar. Bárbara durmió como un niño a causa del cansancio.
La organización se vio obligada a cambiar un pequeño tramo debido a las lluvias y a las bajas temperaturas que había habido durante toda la noche. El terreno estaba fatal. El camino alternativo tenía más pendiente pero se llegaba al mismo sitio. Sin embargo, era más exigente ya que en tan sólo 2 km teníamos que recorrer un sendero que nos llevaba de los 1.600 a los 2.300 metros. No sé si esto es correr o mejor dicho escalar. Aquí los paisajes y vistas son alucinantes, impresionantes. Ese día empezamos a correr a las 7 de la mañana con mucho frío; comentaban que el invierno les había llegado antes de tiempo.
Subimos a 2.300 metros y, una vez hecha la subida, bajamos para volver a subir a 2.500 metros. Los últimos kilómetros de la etapa se corrían bajando por las famosas pistas de esquí de St. Anton. Ese día hicimos un tiempo de 4:35.36. Sólo llegar, metimos los pies en un aparato con agua que te hace un masaje. Comimos alguna cosilla y nos dirigimos a un hotel típico austriaco que era una monada, ya que mi colchoneta había decidido deshincharse y no había forma de repararla. Queríamos descansar bien. Nosotros continuamos a nuestro ritmo siempre siendo muy conservadores, ya habíamos conseguido acabar dos etapas y estábamos orgullosos de ello. Algunos participantes que en la primera etapa corrieron rápido en esa etapa quedaron detrás de nosotros.

Nos centramos en la tercera etapa, una de las etapas más duras, de St. Antón a Galtür, 2.437 metros de subida y 2.134 de descenso. Un total de 32,97 km.
Toca diana a las 5:30 de la mañana, ya que nos hacen empezar a correr a las 7 de la mañana. Hace frío y viento, pero a la que empiezas a trotar se te pasa un poco.
Teníamos que realizar dos subidas y dos bajadas. Normalmente en la segunda subida te puedes encontrar mal, que es precisamente lo que le sucedió a Bárbara. Esta vez salimos rápidos y en la subida íbamos adelantando a muchas parejas. De vez en cuando ella se cogía a mi palo para poder descansar un poco de piernas. Al llegar a media subida, nos quedaba realizar un ascenso lleno de piedras y en el tramo final incluso realizar una vía ferrada para no caer al vacío.
Lo malo fue la bajada ya que mi pareja no tenía la costumbre de bajar, incluso teniendo miedo. Intento preparar una cuerda que ato a su cintura y la sujeto con mi mano. Con este artilugio consigo darle un poco de seguridad. Bajando con mucho cuidado logramos llegar al primer avituallamiento, no sin llevarme un par de torceduras de mis tobillos. En los avituallamientos acostumbraba a haber sandía, naranjas, frutos secos, tabletas energéticas, agua y bebida isotónica.
Después de descender más de 1.000 metros, ahora tocaba nuevamente ascender. En el primer tramo el camino era muy bueno pero poco a poco iba empeorando.
A medida que íbamos ascendiendo, Bárbara no se encontraba nada bien, estaba agobiada y con ganas de enviarlo todo al garete. A los 2.200 metros me comenta que no puede seguir el ritmo; paramos un par de minutos, un poco de bebida y dos barritas fueron suficientes para poder afrontar la última parte del ascenso.
En esta parada nos adelantó una pareja que son rivales en la clasificación. “Mal”, me comenta Bárbara y yo le digo no se preocupe, que esto es muy largo y acaba de empezar.
En la bajada de vértigo consigo verlos a lo lejos. Sólo serán 5 minutos, nosotros a nuestro tema. A medida que vamos descendiendo, Bárbara se va recuperando y cogiendo fuerzas para acabar los últimos kilómetros de asfalto. Tardamos 6:57.22, ¡horroroso! Pero ya habíamos pasado uno de los días de carrera más duro.
A la llegada hacía mucho frío, llovía y las previsiones climatológicas eran de nieve.

La cuarta etapa, De Galtür a Scuol (Suiza), etapa de 41,195 km, distancia vertical 1.844 metros y distancia descendente 2.239 metros. Si lográbamos pasar esta etapa, ya habríamos superado el meridiano de la carrera. Nos levantamos y la sorpresa era que estaba nevando. No sabíamos si anularían la etapa o qué pasaría. Estábamos a la espera de la decisión de la organización, que decidió tirar hacia adelante con la etapa. En esta etapa se subía a 3.000 metros, donde la temperatura era de -7ºC. Salimos muy abrigados con mallas largas, pantalón gore, manga larga, chaqueta packlite, buff, gorro. La verdad es que cuando llegamos al punto más alto hacía un frío del carajo porque soplaba un viento helado. Nosotros no sufrimos casi frío, ya que a diferencia de otros íbamos bien equipados. Tardamos unas 5 horas y media. Esta etapa nos fue mucho mejor que la anterior, incluso habíamos subido algunos puestos en la clasificación, cosa que no nos preocupaba mucho ya que nuestro objetivo desde un principio era acabar la carrera. ¡Superado el meridiano!

La quinta etapa era el kilómetro vertical, 936 metros de ascenso en 6,19 km. Ese día nos levantamos más tarde ya que salíamos por orden de clasificación inverso. A nosotros nos tocó a las 10:45 de la mañana. Hacía frío y estaba nevando a tope. Tardamos 1:10. Durante la subida sólo se oía el fuerte respirar de la gente que se quedaba sin aliento. Una vez terminada la etapa hicieron la “pasta party” como cada día, el briefing de lo que sería la etapa siguiente, pase de fotos y DVD de la etapa finalizada y entrega de regalos y camiseta leader a los tres primeros de cada categoría. Ese día a las 3:30 del mediodía estábamos libres y nos fue la mar de bien para reposar y cargar pilas ya que la sexta etapa era larga. Ya nos falta menos para acabar la carrera. El cansancio se empieza a notar en las piernas y en todo el cuerpo, la gente baja el ritmo y andan más que los días anteriores. Pero ya habíamos hecho 140 km, tan sólo nos faltaban 100 y ya era nuestro.

En el sexto día pasaríamos de Suiza a Italia, concretamente de Scuol a Mals, 37,02 km, subida de 1.332 metros y bajada de 1.474 metros.
Los primeros kilómetros eran de bajada y se podía rodar con facilidad. Bárbara y yo pudimos seguir el ritmo de los pros. Este sí que era el terreno que mejor se nos daba. La cosa duró poco ya que a partir del Km. 7 empezó a subir y mucho. Utilizamos una cuerda para poder tirar de Bárbara. De esta manera ella podía relajarse un poquito para poder apretar en el tramo final. Después de una larga subida, llegamos al primer avituallamiento situado en el Km. 14. Luego la subida era más moderada y muy preciosa; se pasaba por un desfiladero escarbado en la montaña para llegar a la cima, donde encontramos nieve y frío. A medida que se sumaban kilómetros y altura, empezaba un tramo peligroso ya que si tenías un pequeño resbalón eras hombre muerto: la caída de más de 300 metros sin freno. Dada la peligrosidad del tramo, nos encontramos a la organización controlando y dando tranquilidad para afrontar el tramo. Una vez superado, venían los últimos 15 km de bajada y por una pista. Fue allí donde Bárbara y yo pudimos imprimir un buen ritmo llegando a adelantar a más de 6 parejas rivales directos en la clasificación mixta.
Llegado a este punto de la carrera, la verdad es que se hace muy duro ir afrontando las etapas día a día; empiezas a notar molestias en todas las partes de tu cuerpo y sólo piensas en cuándo llegará el final. Lo único que te va animando es cuando cada día vas superando la etapa y al acercarte a la meta se te pasan todos los dolores y te enorgulleces de tu triunfo. Es todo cuestión de coco.

La séptima etapa se centraba entre Mals y Schlanders (Italia), 34,51 km con un desnivel positivo de 2.004 metros y de negativo unos 2.339 metros. Para mi fue la más dura de todas. Se tenía que subir a más de 3.000 metros, pero antes de llegar a la cima tenías que ir tomando altura en unos 15 km que se podían rodar con facilidad hasta llegar al primero avituallamiento. Desde allí hasta la cumbre de la montaña quedaban 6 km y un desnivel de 1.150 metros con mucha nieve y un tiempo bastante bueno, soleado. Personalmente lo pase muy mal porque había pillado un virus estomacal, que ya había dejado fuera de carrera a muchos equipos. Yo terminé la etapa ya que Bárbara se encontraba en la cima esperándome. Durante toda la ascensión tuve que parar varias veces a vomitar y para empeorar el tema tenía descomposición. Por detrás me iban adelantando grupos de gente y me preguntaban si me encontraba bien; yo les decía que iba haciendo, parecía que iba chutando las piedras como pelotas tambaleándome a cada paso. Al llegar a la cumbre, Bárbara hacía rato que me esperaba. Uno de los participantes sacó una botella de Coca-Cola y se me fueron los ojos. Mira si estaba mal que Bárbara fue a pedírsela. La bajada fue muy técnica, lleno de nieve durante los primeros 500 metros de desnivel restando 1.500 metros para el final de la etapa. Nunca habría dicho que la bajada fuera tan cansada o más que la subida; a veces si no tienes la costumbre de bajar es peor que la subida. A bajar y intentar conservar tus rodillas para poder realizar la última etapa. Como yo no me encontraba muy bien, realizamos la bajada a un ritmo conservador. Después de 7:11 horas llegamos a la meta. ¡Qué ilusión!, sólo nos quedaba una etapa de 28,62 km y más de 1.800 metros de subida.

Último día de carrera, Schlanders dirección Latsch, subida de 1.817 metros y bajada de 1.894 metros. Salimos puntuales y rápidos. Ese día había decidido llevar la cámara de vídeo para filmar toda la etapa. Las piernas no estaban muy finas, pero sabiendo que era el último día la gente empezó muy rápido. Nosotros también, no podíamos perder la posición que ocupábamos. En los tramos no muy técnicos intento arrastrar a mi pareja para no perder tiempo. Llegamos a la cima de la montaña rápidos y con un muy buen tiempo. Le digo que sólo nos queda la bajada y ella sopla como si fuera tan fácil. Bajamos a ritmo no muy rápido pero sí muy constantes; incluso pudimos adelantar a más de una pareja y conseguimos que nadie nos adelantara. El tramo final era una carretera llena de manzanos a lado y lado hasta llegar a la meta. Allí fue cuando le dije que apretara un poco y nos pusimos a un ritmo de 4.20″ por kilómetro hasta llegar a la meta. Al llegar, Bárbara gritó de alegría, besos y abrazos. Yo pegué un salto, nuestros rostros mostraban una gran satisfacción por haber superado el reto que nos habíamos impuesto. Quedamos los 16º en equipos mixtos.

Queremos agradecer ante todo a UTA Albrecht, directora de la carrera, por su generosa amabilidad que nos ofreció en todo momento y siempre con una sonrisa de oreja a oreja. Y por supuesto al resto de la organización, a la que clasificaría con un sobresaliente. Tenemos Transalpine-Run para años. También a la tienda Intemperie, ubicada en Barcelona, por asesorarnos antes de nuestra partida sobre la vestimenta y el calzado. A nuestros familiares por hacerse cargo de nuestros diablillos hijos durante más de diez días y por último a Luis y a Jesús por dejarnos correr en nombre de la revista, lo que fue un honor para nosotros.

Tiempo total: 39:45.08
Clasificación mixta: 16º

Alex y Bàrbara
SPORTVICIOUS

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