Lo primero agradecer las muestras de cariño y admiración demostradas por todos vosotros. Como bien dice LinkinPark, con un entrenamiento previo adecuado y una mente férrea, cualquier persona con mínimas cualidades atléticas lo puede afrontar con u porcentaje alto de éxito.
Mi llegada a Ronda fue el viernes al mediodía. Tras un generoso almuerzo en un restaurante céntrico y encontrarme con Lola (amiga que vive en Ronda y que ostenta un amplio palmarés en los 101), nos dirigimos al pabellón, donde procedemos a recoger la bolsa y la camiseta (muy chula y de tejido técnico). Aun no había demasiado ambiente de carrera, pero poco a poco iba llegando gente. Una vez hecho esto y charlar un ratillo con LinkinPark, Jeff y Pedro, nos retiramos a nuestros aposentos; una casa rural en un pueblo precioso a una media hora de Ronda llamado Algatocín.
El día de la carrera tocó madrugar porque había que llegar a Ronda y tener margen de maniobra por si el tráfico dificultaba la entrada en la ciudad. El tiempo era un poco frío y llovía levemente a ratos. A mí eso me favorecía, ya que el calor es mi mayor enemigo, pero a mi novia no le hacía demasiada gracia.
Una vez en los alrededores del estadio era imposible no contagiarse del gran ambiente que se respiraba allí. La cantidad de gente y, sobre todo, de bicicletas era impresionante, como también lo es el despliegue de medios que la Legión dispone para que todo funcione a la perfección.
A las 10 de la mañana más o menos nos introducimos en el estadio y nos ponemos la cola del baño. Desde allí pudimos prácticamente toda la salida de MTB y duatletas, antes de desistir en la misión de “echar el pisillo de última hora”.Cuando apenas quedan unos 100 o 200 ciclistas por salir nos aproximamos a la salida. Nos hemos colocado demasiado atrás, pero vamos “trampeando” poco a poco para posicionarnos algo más adelante y garantizarnos que así podremos empezar a correr desde los primeros metros.
Se da la salida y, a pesar de lo anteriormente comentado, debemos realizar numerosos zigzags para ir adelantando a gente. Lo bueno es que las calles por las que se rueda al principio son anchas y permiten hacerse hueco fácilmente. La gente anima fervorosamente a ambos márgenes, lo que hace que uno salga con un chute de moral importante. Se escuchan los típicos “Venga que ya queda menos!” y también a corredores que comentan el no menos típico “Puf! Yo ya voy petado!”
Hasta el circuito Ascari poca novedad. Solo que a mi novia ya la he perdido de vista y eso que he cubierto los primeros 20 km en 1:50. El paisaje que me rodea (ya hablo en singular) es una alegría para la vista y, gracias a la lluvia de la mañana y a la brisa que sopla, se corre muy a gusto. De todos modos, uno ya va siendo «perro viejo» y no descuido la hidratación en ningún momento. Bebo frecuentemente y aprovecho los avituallamientos (ubicados cada 5 km. aprox.= todo un lujo) para comer algún que otro pedazo de fruta.El próximo punto de referencia es Arriate y es, por sus calles, por donde empiezan a torcérseme las cosas. De fuerzas me encuentro bien, las pulsaciones en ningún momento han superado las 170, manteniéndome habitualmente entre 150 y 160, pero en las piernas comienzan a darme pequeños calambres y algunos amagos de contractura en abductores, cuádriceps y gemelos. Toreo el tema modificando la zancada, aunque ello no impide que en determinados momentos me tenga que parar para evitar que el músculo que me está dando la tabarra en ese momento se agarrote totalmente. Afortunadamente hay que afrontar alguna subida en la que se intercala correr con caminar y, haciendo esto último, las piernas se sienten más cómodas. En general mi ritmo se ha visto afectado y a duras penas cubro los km siguientes a 6:30 de media.
A pesar de la situación llego a Setenil (km. 59) en 5:45, donde me esperan los padres de mi novia. Les comento que estoy viviendo un infierno y me contestan “¡se te nota!”. Aprovecho para recargar los bidones, comer un poco y, sobre todo, para tomarme un ibuprofeno, ya que los dolores son demasiado fuertes para 42 km más. A mi salida de Setenil me informan de que mi novia ha pasado por aquí hace media hora, más o menos (¡Qué campeona!).Tras Setenil se afronta una larga subida hacia Chinchilla. Gran parte de la misma la completo andando, lo cual agradecen mis doloridas piernas y espero pacientemente a que el ibuprofeno vaya haciendo efecto.
Bueno, al fin llego al cuartel (km. 78) en 8:30 (a estas alturas el sub 10 se había esfumado y empezaba a peligrar el sub 11). Tenía muy claro el no pararme aquí y, de hecho, ni siquiera había entregado bolsa para evitar tentaciones. Así que llegué, recargué los bidones, me comí un plátano y a seguir.Tras el cuartel se acomete una bajada corta por asfalto y, a continuación, la famosa subida a la ermita. Es la subida más pronunciada de la carrera junto con la última y aquí me encontré con bastantes ciclistas que subían empujando la bici. En mi caso, me limité a poner el piloto automático y correr un poco cuando el perfil lo permitía. Es en esta subida cuando compruebo que la esperanza de acabar sub 11 se diluye poco a poco. En fin, realmente no me importa en absoluto, ya que voy muy concentrado en que no se produzca un fallo muscular que pueda resultar fatal a estas alturas de la película.
Una vez en la ermita hay que bajar por un camino sinuoso y bastante inclinado hacia la carretera. En ese momento me acuerdo de que en 2008 bajé por aquí como un cohete, pero ahora voy tirando como puedo. Al acabar esta bajada hay un avituallamiento en el que, al llegar, el legionario encargado me dice: ¡Hay una morena por ahí adelante que te está dando sopa con ondas!. ¡Y tanto! Pienso…
Finalmente, llego a la cuesta del cachondeo. Aquí ya voy feliz. Sé que he vencido la batalla contra mis terribles dolores y que la agonía estaba a punto de terminar. Por otra parte, la vista del Tajo iluminado no tiene precio.Al entrar en Ronda un impulso me lleva a ponerme a correr con todas mis ganas. Creo que fue la rabia contenida y la euforia provocada por conseguir llegar hasta aquí a pesar de las adversidades lo que me llevó a ello, pero el caso es que crucé las calles de Ronda a toda velocidad sin sentir ya nada en las piernas por la adrenalina y entré en meta en 11 horas 55 minutos. Mi novia me estaba esperando desde hacía nada menos que casi 1 hora y media (ganó la carrera con un crono de 10 horas 28 minutos, estableciendo un nuevo récord absoluto femenino). Nos fundimos en un fuerte abrazo y me sentí la persona más feliz del mundo.
Impresionante cronica Alvaro,desde luego pocas personas son capaces de saber gestionar tan bien un esfuerzo tan duro a pesar de esos,siempre temibles,calambres.Desde luego la experiencia,tu fortaleza fisica y mental es admirable,para muchos eres un espejo donde mirarnos y aprender,aunque nunca lleguemos a tu nivel !! Un placer compartir un rato con voostros en Ronda,espero que se repita muchas veces.Un fuerte abrazo para los dos y enhorabuena !!!
Gracias por compartir con nosotros la crónica de la carrera. Muchas felicidades por terminar la carrera y sobretodo a tu novia, es una campeona!!!
Txema C
sois unos campeones!! fuerza mental y pasión por el deporte y la naturaleza se desprenden de este artículo!
Lara V.