El ritmo es cansino y a escasos metros de ti, el que llevas delante, de repente deja de dar pedales y en décimas de segundo desaparece. ¿Dónde está? Acaba de caerse de lado y a plomo. Ni tiempo a sacar las calas de los pedales. Al pasar a su lado, la cara no es el fiel reflejo del alma, sino es el fiel reflejo de sus piernas que le están dando unos calambrazos que tiembla hasta el asfalto.
Un poco más adelante, encuentras a otro ciclista que con la pierna en alto sobre el mojón de la carretera, hace estiramientos un tanto ortopédicos.
Tampoco es muy extraño ver a otro dándose puñetazos en las piernas y no precisamente para entrar en calor, ya que la temperatura es elevada.
El diagnóstico parece evidente para la gran mayoría. Están deshidratados y “La Garza” se ha cebado con ellos.
Y eso al que no le pilla desprevenido durante la comida posterior a la marcha y sentado en la mesa pega un salto y da un grito. No, no es la emoción por el diploma que ha conseguido, sino por el “viaje” que le acaba de dar detrás de la pierna, en el femoral. Ni comer tranquilo se puede.
Fuera bromas, los calambres son uno de los grandes problemas y que mayor preocupación generan en muchos amantes de la bicicleta. Sobre todo en días que están señalados en la agenda como importantes y que por culpa de los dichosos calambres, van a dar al traste con todos los planes marcados. Y no suelen caerte unos minutos, sino más bien una minutada.
Todavía genera más incertidumbre que muchos de los afectados suelen ser reincidentes a pesar de mostrar interés en alimentarse y haber comprado ciertas sales minerales como preventivas. Y sin embargo, la historia se repite una y otra vez.
Hemos de decirte que el tema de los calambres, no sólo es por el tema de la hidratación o mejor dicho, de la deshidratación. Estamos seguros de que una vez hayas leído las diversas causas que pueden ocasionar calambres, ya no estarás tan convencido de que tus males provengan sólo de la falta de sales minerales:
– Deshidratación debido a una excesiva sudoración e incorrecta reposición de líquidos antes de la prueba, durante y después.
– Pautas nutricionales inadecuadas.
– Estar en tratamiento o haber estado recientemente tratado con ciertos medicamentos (antibióticos, antiinflamatorios, etc).
– Abusar de desarrollo e ir con cadencias bajas. Como se suele decir, ir atrancado.
– Ir a un ritmo más elevado para lo que se está entrenado, sobrepasando el umbral anaeróbico en muchos momentos y durante mucho tiempo.
– Inadecuado entrenamiento.
– Cremas calentadoras en días inapropiados.
– Estrés y falta de descanso en los días previos.
Como podrás observar son muchos los motivos que pueden provocar los calambres y no siempre se soluciona con darte un atracón de plátanos la semana anterior a la marcha cicloturista. Y decimos marcha cicloturista, porque habrás comprobado que durante los fines de semana, no se ven escenas como las que te hemos descrito al inicio del artículo.
Esto quiere decir que algo falla. ¿Por qué si haces una kilometrada con los amigos y con un día más adverso si cabe, no te dan calambres o en rara ocasión?
Pues mucho nos tememos que por el ansia de conseguir un buen puesto, diploma o medalla, se rueda en muchos momentos por encima de ritmos aeróbicos y abusando de desarrollo. Algo más que añadir a un cóctel explosivo si se apunta un día caluroso y con humedad.
Y es que el rendimiento baja considerablemente debido a la pérdida de agua y sales minerales. Las negativas consecuencias fisiológicas son importantes. La pérdida de agua, hace que la sangre se vuelva más viscosa y el corazón tenga que hacer más fuerza, con un aumento del ritmo cardiaco.
Nos vamos adentrando en un momento del año en que toma protagonismo la hidratación. Durante la época invernal, uno de los dos portabidones de la bicicleta, ha estado ocupado por alguna cámara de repuesto, un tubular, la bomba o herramientas. A partir de ya mismo, los dos bidones se harán necesarios porque las salidas se van alargando.
Pero la cuestión, no es sólo llenar el bidón de agua o con más o menos sales. Hay ciertas nociones o detalles que son importantes para entender que si más de un 60% de nuestro organismo está formado por agua…el líquido elemento tiene mucha importancia. Pero además, los electrolitos o sales minerales, van a ser jueces.
Los minerales son los micronutrientes que se encuentran en la alimentación y que están directamente relacionados con esas contracciones involuntarias o calambres. Ciertos minerales son los encargados de mantener el equilibrio del agua que se encuentra en tu interior y que por una mala aportación en la nutrición diaria, dejan que el agua traspase fronteras que no debe. Un ejemplo claro lo tenemos con el sodio. La concentración de sodio en la sangre debe situarse entre 135 y 145 mEq/l. A esos niveles se podría decir que hace de muro de contención para mantener al agua a raya y que circule por donde debe circular.
Si los valores comienzan a descender por debajo del valor mínimo, se presenta un caso de hiponatremia (bajo nivel de sodio en sangre) y según van descendiendo los valores, los síntomas se van agravando, comenzando por calambres musculares, vómitos, etc., y llegando a poder darse un edema cerebral, coma y muerte.
Este caso de deshidratación viene provocado por un exceso de hidratación solamente con agua. El aporte excesivo de agua, diluye la concentración de sodio en sangre aunque la concentración de sodio sea la normal y el agua termina campando a sus anchas. Se rompe el muro de contención y el agua pasa al interior celular, con todos los daños que supone una inundación, aunque sea celular. Una catástrofe.
Chema Arguedas
Entrenador y Preparador Físico, especializado en ciclismo
Especialista en Nutrición del Deporte