La corredora brasileña Fernanda Maciel recorrió los 860 kilómetros del auténtico Camino de Santiago de Compostela entre los días 2 y 11 de octubre de 2012 convirtiéndose en la primera mujer en conseguirlo.

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¿Cuándo y por qué comenzaste a practicar deporte?

Empecé a viajar y competir en gimnasia deportiva a los 8 años de edad, en Belo Horizonte (Brasil). Luego seguí la línea de la genética de mi familia: comencé a practicar capoeira a los 15 años (mi padre era maestro) y luego jiu-jitsu (mi abuelo paterno fue compañero de Hélio Gracie en el entrenamiento de Río). A los 19 años estudiaba y trabajaba tanto que no tenía tiempo para luchar. Por esta razón, me inspiré en las carreras sobre asfalto: distancias de 10 km y medio maratón. Me gustaban mucho y siempre intentaba ganar para pagar la Facultad de Derecho con el premio. A los 23 años empecé con los raids de aventura y a viajar por el mundo para competir. Las carreras por montaña las descubrí en Nueva Zelanda a los 25 años; competía en maratones y pruebas de medio maratón siempre en alta montaña. A los 28 años me invitaron a correr un Ultra Trail y me enamoré. Mi primer Ultra fue el Endurance Challenge Championship 50 mile en EUA.

¿Cómo fueron tus inicios corriendo?

Cuando era adolescente, un día un amigo mío me preguntó: “¿quieres tener una casita en la playa o conocer el mundo?”. Inmediatamente le respondí: “conocer el mundo”. Lo tenía muy claro desde niña. Como mi familia no era adinerada, me centré en el deporte para hacer realidad este sueño. Entrenaba para hacer buenas carreras y tener a mi lado un buen patrocinador. Mis primeras zapatillas de montaña se las compré a una colega del colegio. Eran una zapatilla grises, unas Adidas, bien gastas y muy pesadas pero me sirvieron para empezar a aventurarme a la montaña. Brasil Telecom y Natura fueron marcas que me ayudaron en mis inicios. Actualmente, The North Face y Compressport son las marcas que creen en mi trabajo.

¿Qué estudios has hecho?

Me licencié en Derecho y ejercí como tal durante 3 años en el Área de Medio Ambiente en Brasil. En 2005 me fui de Brasil para vivir en Nueva Zelanda y allí empecé a trabajar en Medio Ambiente para una ONG internacional. Pero no podía seguir así durante mucho tiempo; no sabía estar cerrada en una oficina. Hoy en día mi trabajo está centrado en la nutrición deportiva. Trabajo con deportistas y atletas de todo el mundo.

¿En qué tipo de carreras te sientes más cómoda?

En las carreras de 100 a 130 kilómetros por montaña.

¿Cuándo disfrutas más: entrenando o compitiendo?

Disfruto en los dos casos por igual.

¿Cómo y cuándo planificas la temporada?

Suelo planificar la temporada en el mes de diciembre.

¿Cuándo y por qué decidiste venir a vivir a Coll de Nargó, en Catalunya?

En el año 2009 mi marido vivía allí pero yo estaba trabajando en Madrid, así que iba y venía regularmente, pero eso sólo fue al principio.

¿Cómo conociste a tu actual pareja catalana?

Coincidimos en el Campeonato Mundial de Raids de Aventura en Jericocoara, en Brasil.

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¿Cómo y por qué surgió la idea de correr el Camino de Santiago?

Hace tres años, al finalizar un trabajo para unos políticos de Israel y Palestina, me comprometí a hacer algo por la paz y la solidaridad. Entonces pensé en recorrer el Camino de Santiago recaudando dinero para dos fundaciones que ayudan a los niños con cáncer (una en Brasil y la otra en España, donde vivo hoy en día). De esta forma, nació mi proyecto personal llamado “White Flow: Camino de Santiago por los niños con cáncer”.

¿Qué sientes al saber que has sido la primera mujer en finalizar el Camino de Santiago corriendo?

Creo que sí he sido la primera mujer en correr el camino francés. Espero que en el futuro más gente y más mujeres puedan hacerlo. Esta ruta de peregrinación es una maravilla (en todos los sentidos).

¿Por qué escogiste el camino francés?

Escogí ese camino porque para mí es el más auténtico; es el camino que años atrás se hacía desde la Europa central hasta el oeste de España. Hoy es el más popular y famoso entre todos los caminos existentes.

¿Qué etapas realizaste? ¿Cuánto tiempo tardaste para realizar cada una de ellas?

En total fueron 10 días:

02/10 Saint Jean de Pie Port – Pamplona (84,0 km) – 8h15

03/10 Pamplona – Torres del Río (83,1 km) – 10h15

04/10 Torres del Río – Redecilla del Camino (89,2 km) – 11h

05/10 Redecilla del Camino – Rabé de las Calzadas (83,3 km) – 10h30

06/10 Rabé de las Calzadas – Carrión de los Condes (88,9 km) – 11h15

07/10 Carrión – León (97,8 km) – 12h05

08/10 León – El Acebo (89,7 km) – 10h55

09/10 El Acebo – Triacastela (91,5 km) – 11h45

10/10 Triacastela – Melide (95,1 km) – 11h00

11/10 Melide – Santiago (55,0 km) – 6h20

¿Qué tipo de asistencia externa recibiste durante el desafío?

No tenía ningún tipo de asistencia externa; intenté llevar todo encima para realizar el camino como una peregrina más.

¿Qué tipo de equipación llevabas contigo en todo momento?

Lo básico: una ropa para correr durante todo el día, una ropa para dormir, una chaqueta y un pantalón de gore tex (para lluvia o frío), dos bragas, dos pares de calcetines, dos tops, un gorro, un frontal, una visera, unos guantes y un móvil con su cargador. También unas barritas en caso de emergencia y unos polvos isotónicos, así como dos bidones de 500 ml cada uno, todo ello dentro de una mochila muy ligera. ¡Y cómo no, el pasaporte de peregrina!

¿Dónde solías comer y dormir?

Comía en cualquier cafetería o restaurante que iba encontrando por el camino y solía dormir en albergues.

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¿Alguna anécdota o susto que contar?

La aventura más grande de mi peregrinación me pasó sobre las 4h40 de la madrugada de la novena etapa. Me encontraba en medio del bosque, entre el pueblo de Triacastela y la ciudad de Sarria, cuando mi frontal se quedó sin pila. Tuve que usar la linterna del móvil para conseguir llegar a la carretera y dirigirme a Sarria. Mientras tanto, asustada, fui atacada por ocho grandes perros que me perseguían por el sendero. No sabía cuánto quedaba hasta la carretera y me costaba ver las setas amarillas que indican el camino. Mantuve la tranquilidad para seguir caminando despacio, dejar los perros atrás… y luego volver a correr.

¿El momento más emotivo…?

La alegría más grande fue cuando llegué al Monte do Gozo, a unos 4,7 kilómetros de la Catedral de Santiago. La sensación de que lo imposible se tornaba posible y el sueño, una realidad. Mis lágrimas goteando junto con la lluvia en mi ropa sucia. Paz, alegría y un sentimiento de realización llenaron mi pecho. Como un flujo blanco, puro y poderoso… “White Flow” había llegado a su fin.

¿Qué te ha aportado el proyecto “White Flow” personalmente?

Muchos mensajes y muchas vivencias bonitas. Somos más que el cuerpo en materia. Nosotros y estos niños enfermos tenemos una fuerza interna que “mueve montañas” y “cura”.

Antes de realizar el Camino de Santiago de Compostela, ¿habías hecho algo más radical?

No considero radical lo que hago. Pero para la mayoría de la gente el día a día de mi vida es radical. Me fui de Sao Paulo (12 millones de personas) y actualmente vivo en un pueblo de los Pirineos españoles, sin televisión y casi nadie alrededor (se dice que unas 400 personas, pero yo creo que son unas 40). Puedo dar ejemplos de diferentes cosas que he hecho: pasar días de entrenamiento para escalar montañas por encima de 3.000 metros de altura; días de escalada en cascadas de hielo a -20ºC; alguna escalada (y dormida) por cimas del desierto de Jordania; correr un raid de aventura de 600 kilómetros “sin parar” con otras tres chicas en mi equipo; hacer un salto en parapente, paracaídas o  de Bunge Jumping; remar bajo una “tormenta de nieve” en Nueva Zelanda… Hice muchas cosas de este tipo, pero nunca pensé que eran radicales. Para mí, era más un entrenamiento.

¿Cómo reaccionaban los peregrinos al saber que realizabas el Camino corriendo?

Mientras corría por el Camino, la gente me decía: “¿para qué correr? Nunca llegarás a Santiago”, “¡Estás loca!”, “¡Imposible!”, “Correrás dos días seguidos, pero más no puede ser; sólo lo haría un extraterrestre”…

Al llegar a los albergues, me hacían la típica pregunta: “¿dónde fuiste hoy?” Al principio, yo contestaba tímidamente y seguían: “¿y dónde está tu bicicleta?” Al final, después de tantas preguntas, dejé casi de hablar y pasé los días más en silencio. Todas las televisiones regionales de Navarra, Castilla y León, y Galicia empezaron a divulgar mi desafío. Cuando entraba en las cafeterías y los albergues, la gente me reconocía y me pedían fotografiarse conmigo, autógrafos y también me entrevistaban.

¿Qué pasó a la hora de certificar el último sello en tu pasaporte de peregrina?
Cuando vieron que había completado el Camino en 10 días, me preguntaron si había sido en bici. Yo respondí que no, que había sido corriendo. Entonces me negaron la Compostela, diciendo que la Iglesia no admitía que se hiciera el Camino corriendo; sólo reconoce las modalidades caminada, en bicicleta o a caballo. Después de muchas explicaciones, entendieron mi proyecto y finalmente aceptaron que estuve en el Camino como peregrina y en reflexión durante esos 10 días. ¡Hicieron una excepción y me dieron la Compostela de corredora peregrina!

Espero que en breve “correr” también sea una de las modalidades que vienen señaladas en el pasaporte de peregrino. ¡Y espero haber contribuido en ello!

Fernanda Maciel

Su página web: http://www.fernandamaciel.es/

Fotos: Damiano Levati, Arnau Julià y Manu Molle