Faltan exactamente 10 días para mi primera participación en una de las carreras más importantes del planeta: Zegama Aizkorri. Tengo la mala suerte de caerme en moto y golpearme mi rodilla izquierda fuertemente. En ese momento lo primero que me pasa por la cabeza es: “¿por qué ahora esta caída? ¡Tengo Zegama! ¡Mierda!”.
Durante esos diez días, descanso total cuidando de mi rodilla diariamente, aplicándome hielo, más masajes y tomando antiinflamatorios. Tengo un buen hematoma en la rodilla con rascadas múltiples.
Llega el fin de semana de la gran cita. Me voy para Zegama con muchas dudas pero no me quiero perder estar en la línea de salida de una carrera tan emblemática.
25 de mayo, 9 horas de la mañana, pistoletazo de salida. Tod@s l@s mejores corredor@s del mundo se encuentran allí. Un ambientazo espectacular y único. ¡Ganarán l@s mejores!
Alex y yo a por nuestra carrera. Salimos animados, mirando todo lo que sucede a nuestro alrededor y observando la belleza del paisaje y del recorrido.
Alex es el encargado de controlar los cortes de paso, controles que son muy exigentes, pero por eso se trata de una carrera del calendario de la Copa del Mundo.
Antes de llegar al primer avituallamiento, situado en el kilómetro 7, ya vemos un chico estirado en el suelo y se lo llevan en ambulancia. El terreno está muy fangoso y resbaladizo. Vamos buscando el follaje para no resbalar tanto. Son los mismos vascos los que nos aconsejan ir por el borde de la izquierda o la derecha del camino para no patinar tanto. No tengo molestias en la rodilla o eso creo. Intento no pensar en ella y disfrutar al máximo.
Una vez llego al avituallamiento, me encuentro con una gran ovaciónde gente gritándome “¡Aupa Neska!”. Se me eriza la piel, me emociono, me caen las lágrimas, me las seco con los guantes. ¡Esto es una pasada!
Seguimos en carrera. Alex comenta que tenemos que ir más ligeros; de lo contrario, no llegaremos a tiempo al control de paso de Aratz y posteriormente al control de Sancti Spiritu.
De subida vamos bien pero en las bajadas el terreno está muy mal y es cuando mi rodilla se resiente. En la bajada del kilómetro 8,7 al 13,5, voy forzando mucho para ir rápido pero la que manda no soy yo sino mi rodilla. Perdemos tiempo. Aprovechamos todos los llanos y pistas para trotar sin parar y así avanzar lo más rápido posible.
No paramos en los avituallamientos. Es estresante; nunca en mi vida había corrido con esa presión y quería luchar hasta el último momento para conseguirlo.
Una vez superada la dichosa bajada, viene la subida del kilómetro 13,5 desde Atabarreta hasta Aratz, kilómetro 16, donde se encuentra uno de los controles de chip. ¡Tenemos que llegar como sea! Iniciamos la subida y Alex pregunta el tiempo que llevamos de carrera. Vamos un grupo reducido de 4 o 5 corredores. Alex dice que debemos apretar. Nadie habla; todos estamos concentrados en hacer la subida rápida. Sólo se oyen nuestras aceleradas respiraciones.
Vamos preguntando a los paisanos si llegamos a tiempo y dicen que sí pero sin parar ni cometer ningún error.
Durante el recorrido, cientos de personas nos animan. ¡Increíble cómo vive esta gente la carrera! Son ellos los que te hacen tirar para arriba con más fuerza. Un público excepcional, de lujo.
Logramos llegar al control de Aratz, situado a tan sólo 3,5 del siguiente control de paso, el famoso Sancti Spiritu. Todo bajada. ¡Mierda para mí! Bajada técnica con piedras calizas, resbaladizas al 100 por 100. Uno de los corredores, Jordi, tira hacia abajo rápidamente. Le sigue Alex más por detrás esperándome a mí. Le grito: “tira, tu puedes, al menos que uno llegue”, pero ya veo que no lo hará. Mi rodilla no está para hacer ese tipo de bajadas técnicas, me duele y no puedo ir más rápido. Una vez finalizada la bajada, entre medio de la espesa niebla, aparece la figura de Ángela. “Lo siento, acaban de cerrar el paso”. No tiene palabras, reina el silencio. A mí me saltan las lágrimas. Jordi tampoco logró llegar. Caras de decepción, rabia, tristeza pero es que Zegama es Zegama, en su estado más puro: lluvia, barro, piedras resbaladizas y con un nivel alto de competición por parte de tod@s l@s corredor@s.
Fueron unos 19,6 kilómetros muy intensos en cuanto a esfuerzo y emociones. Lo tenía y quería intentar. En esta vida debes luchar por lo que quieres conseguir. Y sólo el hecho de intentarlo ya vale la pena.
Aún escribiendo esto, se me inundan los ojos de lágrimas…
Bárbara Sagi
Zegama Aizkorri: http://www.zegama-aizkorri.com/
Crédito foto: Jordi Saragossa