Ester Amills es una mujer apasionada por el deporte, se atreve con cualquier prueba deportiva. Este año se decantó por la carrera reina del desierto: la Marathon Des Sables. Formalicé mi inscripción en la Marathon Des Sables y tenía 10 meses para prepararla. Todo lo que tenía era ilusión, muchísima, y poco más… El resto iría tomando forma con los meses y con la ayuda de mi marido Pablo, para él su 4ª participación.

Marathon Des Sables

Recuerdo que a medida que se acercaba el día siempre tenía la sensación de no entrenar lo suficiente y de no hacerlo correctamente. Pero la ilusión, los nervios, la confusión y el miedo a lo desconocido reconozco que me motivaba más que asustarme. Al tratarse de una carrera de autosuficiencia tenía que gestionar correctamente qué llevar de alimentación dentro de la mochila para que no pesara excesivamente.

En medio de esta vorágine un día la marca Compressport  se puso en contacto conmigo y me ofreció su ayuda con ropa deportiva. Mi agradecimiento para Liliana y Jordi. También contactamos con Delia, amiga de Pablo, para incluirla en nuestro Team junto a Liliana, y eso me dio pie a compartir mil cosas con ellas antes de empezar la aventura.

Primera etapa: Jebel Irhs/Oued Tijekht: 36,2 km

Y de repente… me encuentro en el desierto, en la línea de salida con una ropa impoluta, una mochila de 7,5 kilos y con Pablo y mucha otra gente ya conocida en días anteriores. Suena la canción Highway to hell  y el director de carrera Patrick Bauer desde lo alto de un todoterreno nos desea suerte a todos los corredores. Reconozco que no pude reprimir mis lágrimas de emoción. Le di un beso a Pablo y empecé a trotar. Sabía que no volvería a verlo hasta llegar a la meta al final de cada etapa. Eso era cosa mía y yo solita tenía que hacerlo, ya habíamos quedado así.

Troté durante 50’ aproximadamente y me di cuenta que no aguantaría mucho más. El calor, el peso de la mochila en mi espalda, la arena y las dunas dificultaban el poder correr a un ritmo adecuado. Así que mentalmente empecé a dividir la etapa por checkpoints sabiendo que cada uno se encontraba a 12 km. Esta estrategia me funcionó. Traté de combinar trote con paso ligero y creo que, más ó menos, lo fui consiguiendo. Empecé a reconocer a gente e iba hablando con unos y otros. Efectivamente, me daba cuenta que estaba justo donde quería estar desde hacía muchísimo tiempo. En todo momento sabía que cuando cruzará el arco de llegada allí me esperaría Pablo y eso me llenaba de ilusión.

Finalicé la etapa con alguna llaga, hambre y cansancio -es algo habitual-, ¡pero qué alegría! Ahora tocaba curar los pies, comer y tratar de descansar al máximo. Mis compañeros de haima estaban todos contentos.

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Crédito foto: CIMBALY/Covadonga Cué © MDS 2015