Los cambios de presión, temperatura y humedad pueden ser un problema

Cada vez son más los amantes de carreras de montaña que transcurren a miles de metros sobre el nivel del mar. Si la práctica de cualquier deporte requiere una aclimatación corporal, la de los que se realizan a grandes altitudes todavía más, ya que hay un estrés fisiológico adicional debido a una disminución de la presión atmosférica, de la temperatura y de la humedad.

Cuando un deportista asciende a una altura elevada se somete a una serie de cambios de temperatura y presión atmosférica que influyen directamente sobre sus condiciones físicas. Estos cambios, además de suponer un cierto riesgo para su salud, son una amenaza para su rendimiento.

Efectos de la altitud sobre el rendimiento físico

A medida que aumenta la altitud  disminuye la presión atmosférica. De hecho, se reduce a la mitad cuando llegamos a los 5500 metros. Esto ocasiona, fundamentalmente, una menor disponibilidad de oxígeno, lo que, en definitiva, puede afectar negativamente al rendimiento deportivo.

Una mala adaptación a estos cambios puede dar lugar al conocido como “mal de montaña” que afecta al 30% de las personas que ascienden a los 3000 m y que se manifiesta con fuertes dolores de cabeza, vértigos, palpitaciones y dificultades para respirar.

El proceso de aclimatación a la altitud dura unas dos semanas y se traduce en una serie de cambios fisiológicos que ayudan a mejorar el rendimiento aeróbico y, por tanto, a un uso más eficiente del oxígeno. Además, se sabe que el estrés oxidativo al que están sometidas las células es mayor cuanto mayor es la altura, por lo que es necesario mejorar su capacidad antioxidante para evitar el daño de la función muscular.

Adaptaciones nutricionales a grandes alturas

A medida que aumenta la altitud lo hace también la tasa metabólica basal. No obstante, el apetito disminuye por lo que esta combinación  puede reducir el rendimiento del atleta. Por este motivo aparecen una serie de adaptaciones a corto y medio plazo que afectan a las necesidades y utilización de los nutrientes.

Se recomienda una dieta rica en carbohidratos porque son una fuente de energía muy eficiente y, además, se ha demostrado que mejoran la oxigenación sanguínea con la altitud. Por otro lado, se aconseja incluir alimentos ricos en grasa porque son fuentes energéticas importantes y, además, son agradables al paladar. Entre estos últimos encontramos, queso, pescado en conserva, chocolate o frutos secos.

Una manera de alcanzar las necesidades energéticas de carbohidratos es a través de los líquidos de la dieta. Con la altura se recomienda el consumo de 3 a 5 litros de líquido diarios que pueden contener entre un 6 y un 8% de hidratos de carbono. Hay que tener en cuenta que el riesgo de deshidratación aumenta con la altitud, entre otras cosas, por la disminución de la humedad.

La complementación en deportistas de montaña

Es evidente que el estrés oxidativo aumenta con la altitud lo que provoca una mayor producción de radicales libres que, de no ser neutralizados pueden dañar a los tejidos y, especialmente al tejido muscular. La posibilidad de suplementar a los deportistas de altura con sustancias antioxidantes ha sido objeto de muchos estudios hasta el momento. De hecho, los expertos asocian un mayor consumo de ciertas vitaminas con capacidad antioxidante a una prevención de la disminución del rendimiento físico.

Núria Serra Licenciada en Biología Dpto. Colaboraciones deportivas de Vitae

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