Pequeñito pero matón es lo que he pensado mil veces durante el tiempo que he estado probando el Silva Trail Speed X, probablemente el más equilibrado en cuanto a peso, potencia y autonomía.
Es la nueva versión del Trail Speed, sobre el que mejora básicamente la potencia, que aumenta hasta los 500 lúmenes (un 25% más de lo que tenía) y pasa a tener una batería recargable mediante puerto USB en lugar de alimentarse mediante cuatro pilas AA.
Silva es una de las marcas más conocidas de frontales para correr y los podemos ver en muchísimas cabezas en las carreras, en gente popular y élite y, cuando eso pasa, es que hay algo. Si encima hablamos de un modelo que no es especialmente barato, pues será que funciona bien y que lo vale.
Tiene un “hermano mayor”, el Trail Speed 2XT que incrementa la potencia hasta los 660 lúmenes y, sobre todo, la batería hasta los 3300 mAh que, para mí, es la principal diferencia y lo que me haría decantarme por uno u otro porque la potencia lumínica es suficiente para dar y regalar en ambos casos. Obviamente, esas mejoras suponen un incremento de precio significativo de hay que crea que, si lo que buscamos es equilibro, este Silva Trail Speed X que vamos a analizar a fondo será la opción más apetecible a priori.
Silva Trail Speed X al Detalle
Dicen que el tamaño no importa pero, cuando coges en la mano una unidad de luz de tan sólo 3 centímetros de ancho, 4 de largo y 1’8 de alto que apenas pesa 41’8 gramos, te cuesta creer que vaya a ser capaz de disparar luz con una potencia máxima de 500 lúmenes a 85 metros de distancia según especificaciones oficiales.
Rápidamente sientes el impulso de pulsar el botón que tiene en la parte superior para encenderlo y verlo brillar con tus propios ojos, pero no enciende porque le falta la batería así que, tu segundo pensamiento va hacia ella, deseando que traiga carga para dar al menos un fogonazo de luz.
La batería es de 900 mAh y viene dentro de una cajita que diría que es de silicona, prácticamente hermética salvo por la abertura que tiene para el cable USB y que viene metida a su vez en una bolsita de neopreno que se enrolla con un velcro y que por uno de los lados tiene una rejilla plástica para que no deslice. Pesa unos 76’8 gramos y las dimensiones son de 4’5 centímetros de ancho, 5’5 de largo y 3 de fondo, más un cable de unos 10 centímetros.
La conexión es propietaria de Silva, con un pin grande y dos chiquitines, engancha fácil, a presión pero sin clic y permite que no se suelte aunque haya tirones. Al no tener clic, es rápido y sencillo enchufar y desenchufar para el caso de que tengamos que cambiar la batería o utilizar el alargador del cable.
Una vez conectado, con la primera pulsación se enciende al máximo de potencia y lo más probable es que te quedes cegado porque, cómo no, lo has pulsado mirándolo directamente a los dos LEDs que tiene. Aquí no reproduzco el improperio que solté cuando me pasó porque no es para decirlo en horario infantil.
Pasados unos segundos, una pulsación más para ver cómo pasa al modo óptimo, otra más para ver cómo se apaga uno de los LEDs y se queda en el mínimo y al dar la cuarta vuelve al máximo así que unas cuantas rápidas para cerciorarme de que tiene esos tres modos de funcionamiento y, por intuición, lo mantengo pulsado hasta que se apaga pasado un segundo aproximadamente. Si esa pulsación continua se hace estando apagado, se enciende en modo parpadeo con lo que ya tenemos el cuarto modo de funcionamiento que se especifica en la documentación oficial.
Los cuatro modos de funcionamiento del Silva Trail Speed X son los que son y no se pueden cambiar para p. ej.: eliminar alguno, modificar las potencias… Quizá es un punto a mejorar aunque, por otro lado, la sencillez extrema que tiene, con un único botón, son algo a valorar así que, lo comido por lo servido.
Durante estas primeras pruebas, lo dejé sobre la mesa al máximo de potencia y la verdad es que se puso calentito calentito, otro punto que quizá es mejorable aunque, con esas dimensiones y tanta potencia, no se me ocurre cómo se podría conseguir así que lo dejaré en que es un problema inherente a cómo es, algo que no se puede evitar. No obstante, lleva control de temperatura para disminuir la potencia del foco si se recaliente y, en caso de que llegara a valores extremos, supongo que se apaga por completo (esto no lo he llegado a comprobar por mí mismo porque no quiero arriesgarme a freír al pobre Silva Trail Speed X).
Por supuesto, todavía me faltaba hacer la típica prueba en la habitación a oscuras así que, puertas cerradas, persianas bajadas y botonazo para quedarme impresionado por la iluminación que había. No es que se hiciera de día pero impresiona verlo en acción y no sólo por haber liberado los 500 lúmenes de golpe sino porque en ese momento reparas en el Intelligent Light.
Esta tecnología (Intelligent Light) es propietaria de Silva y es cómo denominan ellos al hecho de que puedan ofrecer a la vez una iluminación lejana tipo punto o foco que se va hasta los 85 metros (según especificaciones oficiales) y una iluminación cercana o periférica que abre mucho el campo de visión. Lo bueno es que ilumina mucho en la parte cercana, pero una potencia que no es tan bruta como para que nos deslumbremos en cuanto hay un poco de polvo en suspensión, lluvia, niebla o similares. Este es un mal endémico de los “súper focos” y es una de las cosas que me hacen preferir potencias que, aunque sean grandes, se muevan en el rango de los 500-700 lúmenes como mucho.
Hechas estas comprobaciones, toca jugar con la cinta de la cabeza que no tiene banda vertical (las que pasan por encima del cráneo) por lo que la opción de llevar la batería pierde enteros ya que es fácil que tienda a bajarse salvo que la apretemos mucho.
Tiene tres centímetros de grosor, es suave y por la cara interna tiene una banda de silicona de seis milímetros para que no deslice fácilmente. Se ajusta por los dos lados y no creo que haya nadie a quien no le valga, a cabeza descubierta o con pañuelos o gorras. La elasticidad es adecuada, las costuras buenas y no he notado que pierda propiedades durante este tiempo ni que haya crujido salvo un par de veces, que es totalmente normal con este tipo de gomas.
Para sujetar el Silva Trail Speed X, hay que poner en la cinta el soporte que viene en la caja (viene otro curvado para la bicicleta) prestando un poco de atención a la orientación para que la unidad de luz encaje de arriba hacia abajo. Daría igual porque permite un giro de 90 grados hacia abajo y casi otro tanto hacia arriba pero no está de más como mecanismo de seguridad adicional, para que sea algo más difícil que se salga incluso habiéndose roto el mecanismo de clic que lo sujeta.
El cable sale por la derecha así que hay que ver que quede a ese lado la abrazadera que hay en la cinta. Y lo último que nos quedaría es poner la batería que, podemos hacerlo en la propia cinta, enrollando la funda de neopreno o utilizando el alargado del cable para depositarla en alguna otra parte tipo mochila, riñonera, bolsillo de mallas, etc.
El conjunto de unidad de luz, batería y cinta pesa unos 145’5 gramos, de los que la mitad están en el cogote con lo que, si vamos a llevarlo ahí, vale más que apretemos bien la cinta para que no se nos vaya bajando. No obstante, si prevemos que vamos a ir a saco, creo que es preferible utilizar el alargador y así llevamos en la cabeza únicamente 68’7 gramos, cifra francamente buena.
Aunque haya recalcado este tema de los pesos y cómo posicionarlo, no os llevéis la idea errónea de que es pesado o que se mueve mucho porque no es así. Va muy bien fijado y el sistema es muy bueno y confortable pero, bueno, ya que viene de serie el cable, por qué no aprovecharlo. Además, así es más sencillo depositar la batería porque lo de ponerlo en la cinta, con el velcro de la bolsita que se engancha a la mínima en la propia cinta (por el pelillo que tiene), es un poco rollete, las cosas como son. Salvo que sea para ir caminando, usaría siempre el alargador, que se puede estirar hasta un metro y medio aproximadamente.
Se maneja más fácil con la mano izquierda porque así no pasas la mano por delante del frontal (a veces ese instante sin luz te desconcentra y permite pulsaciones muy precisas, incluso con las manos frías o enguantadas. La única pega es si lo llevamos mucho rato al máximo porque, como he comentado antes, se recalienta bastante.
No obstante, no deberíamos usar mucho ese modo porque se pule la batería en apenas una hora y media que sólo nos es válido para carreras cortas donde, por cierto, es una de las grandes opciones porque podemos ir a saco, con mucha luz y un peso mínimo en la cabeza.
Si utilizamos los otros modos, podemos alargar la batería hasta seis horas, tiempo más que razonable aunque se me hace un pelín corto para conseguir hacer toda la noche. Quizá con una batería un pelín más grande, contando lo que es capaz de hacer con los 900 mAh de la que trae, podríamos estar ante un “frontal infinito” y el Silva Trail Speed X se convertiría en un auténtico killer en su segmento (posiblemente sería suficiente con algo alrededor de los 1.500 mAh).
Para que tenga esa autonomía, lo hemos tenido que cargar durante unas cuatro horas (se me hace un poquito alto el tiempo) mediante un cable USB estándar, lo que es un gran punto a favor porque, ¿quién no tiene ahora mismo a su alcance con relativa facilidad uno de esos cargadores (es el mismo que se utiliza en los teléfonos salvo los que son de “la empresa de la manzana”). Vamos, que con un poco de suerte, en una de las paradas encontramos a alguien con ese cable y pinchando ahí el Silva Trail Speed X metemos un pequeño plus de carga que nos da otro buen rato de luz.
Le publicitan un indicador de carga pero la realidad es que hace unos parpadeos cuando está por debajo del 20% lo que creo que es un indicador un tanto sui géneris y quizá deberían intentar idear alguna forma de poder verlo en el instante que quisiéramos.
Si le da por ponerse a llover, estar tranquilos porque cumple con las exigencias del estándar IPX6 que hace que, aunque no sea sumergible, aguante agua a mansalva.
También aguanta bien la batalla que recibe al ir dentro de la mochila, en caso de que se nos caiga, etc. o, al menos, no he observado deterioro significativo durante las pruebas. Vamos, que vale lo que cuesta porque son aparatos que, queramos o no, siempre se llevan algún golpe, se nos caen, los arrastramos por el suelo en alguna caída, reciben el típico ramazo, etc.
Como veis, el Silva Trail Speed X es una grandísima opción dentro del mundillo de los frontales porque lo tiene prácticamente todo: gran potencia (500 lúmenes), largo alcance (85 metros), 4 modos de funcionamiento, es muy ligero (68’7 gramos ó 145’5 si lo llevamos con la batería en la cabeza), impermeabilidad IPX6, bastante resistente y duradero y una autonomía más que razonable, amén de venir de serie con varios accesorios (alargador y soporte para cabeza y bicicleta).
Para mi gusto, si le pusieran un poco más de batería para que fuera capaz de aguantar unas 8 horas o 10 como mucho, ganaría muchísimos enteros y subiría aún más en el ranking, pasando a ser un fijo en el podio, si no lo es ya.
PROs & CONs del Silva Trail Speed X
PROs:
- Se carga con un cable USB estándar.
- Trae de serie un cable alargador.
- Muy ligero y pequeño.
- Viene con soporte para cabeza y bicicleta.
- Impermeabilidad IPX6.
- Estuchito que trae para la batería que la protege además de servir para colgarlo en la cinta de la cabeza.
CONtras:
- Indicador de carga: No se puede ver la carga que te queda.
- No se pueden personalizar los modos de luz.
- Se calienta bastante en modo máximo.
- Sistema de sujeción de la batería en la cinta de la cabeza.
Morath (Rodrigo Borrego)
Silva Trail Speed X: http://silva.se/product/headlamps/headlamp-trail-speed-x/