Equilibrio, versatilidad, mesura, practicidad… todas esas palabras se han ido asentando en mi cabeza a lo largo de esta prueba a fondo que le hemos hecho al Silva Trail Runner 2. Por supuesto, de salida ya contaba con las que le corresponden por ser un frontal de esta marca sueca que tan buenos productos lanza: calidad, buenos acabados, diseño…
El catálogo de esta empresa es amplísimo, tiene una legión de seguidores que se ha ido granjeando a lo largo de sus más de ochenta años de vida gracias a su buen hacer. Pero lo que más me llama la atención es que es de las que se mueven con la misma soltura en todas las gamas de productos. Es decir, son tan capaces de pelear en el segmento de los tope de gama con un frontal como el Trail Speed X del que os hablamos hace unas semanas y de ponerse a marcar tendencia entre los que buscan unas prestaciones medias ajustando mucho el precio con un frontal como el Silva Trail Runner 2 que es objeto de este artículo.
Aunque he utilizado los términos “tope de gama” y “gama media”, por favor, que nadie cometa el error de pensar que uno es mejor que el otro porque no es así. Un producto de este tipo (o casi cualquiera) no es ni mejor ni peor por sí sólo sino que depende de quién y cómo lo vaya a usar. Por ejemplo, ¿cuál de los dos sería mejor si lo que necesitamos es que dure mucho tiempo iluminándonos? Pues vaya, resulta que ahí gana con claridad el que es teóricamente “menos bueno”.
Pero dejémonos de divagaciones, arremanguémonos y pongámonos a la faena para que, cuando se nos haga hoy de noche, podamos salir a correr con él.
Silva Trail Runner 2 al Detalle
Cuando le he comentado a algún compañero que el Silva Trail Runner 2 que llevaba en la cabeza tiene una potencia de 160 lúmenes y se ha mostrado un tanto indiferente o incluso me ha llegado a decir que no es para tanto o que lo que él lleva es mucho más potente. En lugar de enfadarme lo que he hecho ha sido mantener la calma y empezar a bombardearle con el resto de cosas que caben dentro de esa miniatura de foco.
160 lúmenes es una potencia más que suficiente para correr con bastante soltura, en subidas, sin problemas y en bajadas, hasta con cierta complejidad (quizá llegar a los 200 lúmenes sería lo ideal pensando sobre todo en terrenos donde se puede correr francamente rápido o en bajadas realmente complicadas).
Pero, ¿y si resulta que es capaz de mantener esa potencia máxima durante 30 horas únicamente con tres pilas AAA? Ah, vaya, eso ya sí que llama la atención. Pero, ¿y si son hasta 90 horas con el modo mínimo? Eso ya son palabras mayores. Pues sí, resulta que podríamos pasarnos dos noches con 160 lúmenes de continuo sin necesitar de cambiar de pilas. Aun así, siempre hay que llevar las de repuesto, que ya sabemos cómo se las gastan los cacharros electrónicos a veces. El alcance es de unos 50 metros, cifra media, que no marca un hito, pero es que no se puede impresionar en todo (le garantizan un alcance mínimo de 20 metros).
Para volver a dar un golpe de efecto, ¿qué tal si hablamos de los pesos? El frontal “a full”, con todo (unidad de luz, cinta, petaca para las pilas y las tres pilas puestas) pesa tan sólo 122 gramos. Sin las pilas se queda en menos de 88 gramos y si lo vamos despiezando, vienen a salir unos 25’4 gramos en la unidad de luz y 30’3 en la petaca vacía.
Es difícil hacer algo más ligero incluso siendo una chapucilla de frontal, algo que dista mucho de cómo es el Silva Trail Runner 2 porque, aunque no está pensado para sentarse encima de él, no es precisamente endeble y el único punto que quizá parece algo más débil es la parte donde están los dos LEDs, que está unida al soporte por un único punto que permite un giro de 90 grados hacia abajo y unos 30 grados hacia arriba.
Dos LEDS, sí, porque tiene lo que Silva denomina Intelligent Light, una tecnología que le permite aunar a la vez lo bueno de la iluminación de punto de luz de largo alcance y la de corto alcance con mucha amplitud. Cada uno se encarga de una cosa de manera que tenemos unas buenas visión de cerca y hacia nuestros lados y hasta a cincuenta metros centrándose en la parte media. Además, como son 160 lúmenes no nos pasas como comentamos con el Trail Speed X que al disparar con 500 lúmenes, cuando había polvillo en suspensión, niebla o lluvia flojita, podía crear cierta incomodidad por el reflejo de la luz en las partículas mientras que con el Silva Trail Runner 2, podemos correr incluso mejor en esas circunstancias porque no nos deslumbramos tanto.
Reconozco que fui un tanto escéptico con esto del Intelligent Light y pensé que sonaba un tanto prepotente pero, después de verlo funcionando en persona con esta potencia medianilla he tenido que tragarme mis recelos. No es magia porque la potencia luminosa da para lo que da pero llevar ese tipo de iluminación y esa cantidad de luz en un frontal de esta gama me parece una pasada y, para mí, es de una de las mejores bazas que tiene el Silva Trail Runner 2 respecto a sus rivales. Cubre una distancia más que suficiente a lo lejos y alrededor tuya, ídem, una iluminación que te permite ver no sólo donde en el centro de donde enfocas sino una amplitud bastante grande para poder tener una visión bastante grande de por dónde vas. ¡Chapó por Silva!
No obstante, es recomendable dedicarle un tiempecillo a buscarle bien el sitio y probarlo encendido porque si lo colocas de cualquier manera, lo mismo te deslumbra justo encima de los ojos. No sé bien cómo explicarlo pero, al ponerlo en la frente e inclinarlo un pelín hacia abajo, algunas veces noto como si la luz saliera demasiado hacia abajo y con demasiada potencia con lo que el levantar la mirada al correr, me produce cierto deslumbramiento. Me imagino que es un “efecto colateral” del Intelligent Light y las posibles soluciones son muy sencillas: no inclinarlo tanto hacia abajo, ponerlo un poco más arriba en la frente, colocarlo sobre un pañuelo para que quede un poco más separado de la frente… Sin embargo, es algo que a lo mejor podían estudiar en Silva porque me imagino que poniéndole una pequeña lámina inferior con un poco de “voladizo” para que el LED no quede justo en el borde sería suficiente.
Ya he comentado que el conjunto pesa ná y menos pero, qué hay del tamaño que, aunque digan que no importa, para algunas cosas es crítico. Pues es poco menos que diminuto porque la petaca ocupa apenas lo de las tres pilas, una cajita de unos 5’5 x 5 x 2 centímetros y la unidad de luz que, midiéndolo como si fuera un cubo, tendría unas dimensiones máximas de 6’5 x 3 x 4’5 centímetros. Hay que tener en cuenta que la unidad de luz no es tan grande por la forma que tiene.
Por cierto, si estas dimensiones ya os parecen ajustadas, echadle un vistazo a este truquillo que no todo el mundo sabe y que demuestra porque Silva es un referente en el mundillo de los frontales.
¿Qué os pensabais, que las formas que tienen las piezas era casual? Pues no, encajan a la perfección y, de hecho, con un poco de maña se podría hacer un apaño rápido y sencillo para que se pueda llevar todo el conjunto unido en la parte delantera, que hay quien lo prefiere a llevarlo por separado con la luz delante y la petaca detrás.
Para sujetarlo en la cabeza, se utiliza una cinta elástica de 3 centímetros que lleva dos presillas, una simplemente desliza y la otra es la que regula la longitud y que tiene en la parte interna una banda de silicona de 8 milímetros para que no deslice sobre la piel aunque ésta vaya sudada.
Tanto la unidad de luz como la petaca se sujetan en la cinta pasándola por dentro de dos “brazos” de plástico que están cortados asimétricos y haciendo un biselado para que facilite la entrada y el que no se salga fácilmente en marcha. Además, el ancho de la cinta es justo el mismo que el del espacio que queda en las dos piezas plásticas con lo que queda perfectamente encajado y no desliza por sí solo sino que hay que hacer por moverlo. Es fácil moverlo pero al correr no se nos desplaza aunque, ese roce al que se le somete degrada algo más de la cuenta la cinta (no sé si la venden como repuesto).
Por el peso y distribución de la carga que tiene es más que suficiente con este sistema de sujeción, no he echado en falta una de esas típicas cintas que van por encima de la cabeza y que permiten un tercer punto de agarre para la cinta.
El ajuste es bueno, no molesta, no roza y se puede variar fácilmente incluso en marcha para apretar o aflojar si tenemos molestias, si queremos que se mueva menos o si nos ponemos o quitamos un pañuelo en la cabeza.
Para trabajar con él, no tenemos que complicarnos la vida porque únicamente hay un botón que nos permite alternar entre los dos modos de funcionamiento no configurables (máximo y medio) o, bueno, tres si consideramos el parpadeo. Al pulsar una vez se enciende a máxima potencia y con cada pulsación iremos alternando entre las dos iluminaciones continuas hasta que mantengamos pulsado un par de segundos y se apague. Para activar el modo parpadeo hay que mantenerlo pulsado un par de segundos con el frontal apagado.
No tiene indicador de carga “en caliente” (para ver la carga mientras lo estamos usando) sino que nos da una idea al apagarlo ya que, en ese momento, uno de los LEDs nos mostrará una leve iluminación que nos indica que está con buena carga si se ilumina en verde, a medias si se pone amarillo o si le queda poco cuando se pone rojo.
En cuanto a sus capacidades acuáticas, el Silva Trail Runner 2 cumple con el estándar IPX6 así que no os vais a poder poner a bucear con él, ni tampoco va a poder jugar con los patitos mientras os bañéis juntos (no es sumergible) pero va a tener que caeros un buen diluvio antes de que se estropee por el agua. Es más, lo mismo os ahogáis o hartáis del agua antes vosotros que él.
Conclusiones
Como habéis podido ver, el Silva Trail Runner 2 no sólo es un gran frontal en cuanto a prestaciones (160 lúmenes, 30 horas de funcionamiento, 88 gramos sin pilas, 122 gramos con las tres pilas AAA, IPX6, dos modos de funcionamiento, Intelligent Light…) sino que está pensado para que sea útil, práctico, fácil de manejar, etc. (un solo botón, sólo dos modos de funcionamiento, cambio de pilas rapidísimo…), todo ello, manteniendo un precio más que razonable.
Podríamos decir que es un frontal “plug and play”, lo sacas de la caja, le pones las tres pilas AAA, le das una pulsación, una mínima dedicación a ponértelo en la cabeza y un par de ajustes y sales corriendo con él y ya no tienes que tocar nada hasta que te canses o se haga de día.
Te olvidas completamente de que va en la cabeza, te da iluminación de corto y largo alcance, no hace falta jugar con la potencia porque aguanta de sobra al máximo durante toda una noche, …
¿Se le pueden mejorar cosas? Pues sí, todo es mejorable pero ¿hay algún frontal que sea mejor que él en el global de todas las cosas que hemos ido diciendo. Ummm, alguno habrá, seguro, entre otras cosas, porque hay aspectos que son muy personales y que dependen de cada uno (p. ej. hay quien no gusta de tener petaca para las pilas) pero, es complicado batir al Silva Trail Runner 2, es de lo mejorcito que os podéis agenciar. Es más, con el precio, peso y dimensiones que tiene, me lo plantearía incluso como frontal de repuesto o para llevarlo en la mochila en grandes travesías.
PROs & CONs del Silva Trail Runner 2
PROs:
- Autonomía muy alta.
- Muy ligero.
- Relación calidad precio.
- Facilidad de uso.
CONtras:
- El diseño de la unidad de luz lo expone a golpes y enganchones.
- Indicador de carga de la batería mejorable.
Morath (Rodrigo Borrego)
Más información en: http://silva.se