Ante la pregunta qué es planificar deportivamente, podríamos contestar, la siguiente respuesta: el resultado del pensamiento del entrenador. Desde los años 60 se escriben diferentes postulados que han ido evolucionando y tomando forma. Antes de entrar en detalle explicaremos cómo se puede planificar y cuáles bajo mi criterio y experiencia se podrían considerar unas normas básicas para planificar correctamente a un deportista de resistencia.
Los principios del entrenamiento (Tudor Bompa)
Tudor Bompa padre de la periodización y un famoso entrenador ruso, estableció una serie de principios del entrenamiento, siendo hoy en día la base de cualquier entrenador para llevar a cabo la planificación y programación de cualquier sistema de entrenamiento.
Analicemos paso a paso los siete principios más relevantes del entrenamiento deportivo según el Dr. Tudor Bompa.
1. La participación activa y consciente del deportista
En este principio se integran muchos aspectos de la preparación deportiva, sobre todo desde el punto de vista pedagógico. El deportista toma primero conciencia de cada uno de los componentes de su programa de entrenamiento, para posteriormente formar parte activa de su preparación.
Particularmente considero que la preparación deportiva posee solamente alrededor de un 30% de entrenamiento visible o dirigido y 70% de entrenamiento invisible o autodirigido.
El entrenamiento visible es el dirigido por los entrenadores; técnicos, físicos, etc. Una, dos o tres sesiones de entrenamiento en cancha, gimnasio, pista, etc., diariamente.
El entrenamiento invisible está autodirigido por el propio deportista, en dependencia de sus niveles de preparación teórica. Se desarrolla mediante la forma y/o calidad de sus descansos, su alimentación, sus hábitos, su conducta sexual, entre otros elementos no menos importantes que garantizan que los efectos provocados por las cargas del entrenamiento visible o dirigido, provoquen la adaptación deseada y el consiguiente rendimiento.
Como la mayor responsabilidad en el logro de resultados recae en el propio deportista, los entrenadores deben darle la importancia que tiene el componente teórico de su preparación. Cualquier inconsecuencia metodológica en la planificación y/o dirección de este componente haría caer al deportista de la Escalera Metodológica del Entrenamiento a un Abismo Metodológico.
2. El desarrollo multilateral del deportista
Tras el comienzo de la era olímpica moderna, ha prevalecido en la preparación del deportista el lema “altius, citius, fortius”. Tradicionalmente, los entrenadores se han preocupado por el desarrollo de las capacidades motrices para que sus deportistas sean cada vez más fuertes, más veloces, más flexibles y más resistentes. Pero se han olvidado de algo muy importante. El hecho de que el atleta para competir, rendir y seguir rindiendo, necesita desarrollar determinadas condiciones que garantizan su integridad física. Por tal motivo considero como Forma Deportiva una síntesis de dos tipos diferentes de factores: El desarrollo de las Capacidades Motrices específicas determinantes del rendimiento y el desarrollo de los factores específicos de prehabilitación fisiológica.
Obviamente, la violación de este principio del entrenamiento está directamente relacionada con la aparición de lesiones, que hacen caer al deportista en un Abismo Metodológico de magnitud variable.
3. La especialización del entrenamiento
Habitualmente hemos visto como los métodos y contenidos del entrenamiento de diferentes deportes se hace sin distinción. Paradigmas como: “Para fuerza de brazos se indica curl de bíceps con barra, para fuerza de pectorales se indica, press de banco, para fuerza de piernas se indican squats, etc.”.
La preparación deportiva va mucho más allá de recetas infalibles y panaceas que lo resuelven todo.
Investigaciones recientes han demostrado que el desarrollo de un determinado tipo de capacidad motriz, bajo la realización de determinado patrón de ejercicio no posee transferencia positiva en otras manifestaciones de dicha capacidad. De nada o muy poco serviría desarrollar la fuerza, la velocidad, la flexibilidad o la resistencia, sin tener en cuenta como se manifiestan estas capacidades en la actividad deportiva específica. Un trabajo de este tipo no puede más que dejar caer al deportista en un Abismo metodológico, haciéndole perder o impidiéndole ganar la Forma Deportiva deseada.
4. La individualización del entrenamiento
En mi opinión, el trabajo que se requiere para diseñar un programa periodizado del entrenamiento deportivo, es uno de los más complejos que nos atañe a los especialistas y entrenadores deportivos. De hecho es un tema por lo general incomprendido o parcialmente comprendido por muchos entrenadores. Esto se convierte en -sino la más-, en una de las más caóticas problemáticas del deporte moderno. Este hecho provoca que el grueso de los “entrenadores” ni siquiera planifique el entrenamiento de sus deportistas, e improvise todas y cada una de las actividades de su entrenamiento. El resto planifica un programa común para todos sus deportistas, sin tener en cuenta las particularidades individuales de cada uno de ellos.
¿Cómo podemos pretender el desarrollo armónico de los deportistas con un programa común de entrenamiento que no tenga en cuenta estos factores?
Unos quizás avancen en su ascenso por la escalera, pero otros (muchos) caerán ineludiblemente al abismo metodológico.
5. La variedad del entrenamiento
Este principio es un módulo abarcador, pues contempla los elementos anteriores. Aunque un entrenamiento variado también es un entrenamiento que contempla actividades múltiples que no hagan caer en la monotonía.
La motivación es un factor decisivo en la consecución del rendimiento, pero en primer lugar, su efecto comienza desde la disponibilidad para entrenar. Por otro lado, un entrenamiento variado será siempre más acercador a las necesidades que un entrenamiento monotemático o especializado.
El desarrollo armónico de la motricidad del deportista responde a la variedad de su formación. Este detalle es un factor de suma importancia cuando se pretende lograr que el deportista no arrastre problemas de motricidad en el aprendizaje y perfeccionamiento de las habilidades técnico-tácticas y el desarrollo de las capacidades motrices.
No es necesario aclarar la estrecha relación que tiene la violación de este principio con la caída del deportista de la Escalera Metodológica del Entrenamiento.
6. La modelación del entrenamiento
Es posiblemente el más relevante de los principios del entrenamiento, por desgracia muchos entrenadores no lo comprenden aún.
Posee una relación muy estrecha con el principio de la especificidad del entrenamiento. El logro de los máximos resultados competitivos se debe en mucho a la capacidad que posea el entrenador para modelar cada uno de los componentes de la preparación del deportista, ajustando cada uno de ellos al modelo de la competición del deporte en cuestión.
Es absurdo ver como un nadador velocista se entrena nadando diariamente tramos de 1000, 1500, 2000 metros o más; un jugador de tenis desarrollando la “resistencia” con trote a paso ligero de 5 kilómetros, o un jugador de soccer desarrollando la fuerza con los mismos ejercicios con pesos que realiza un levantador de pesas.
Estos casos abundan por miles, y de seguro corresponden a los mismos miles de deportistas que jamás llegan a obtener resultados de relevancia. Estos deportistas sobradas veces caen al abismo metodológico.
7. La progresión de las cargas del entrenamiento
Un entrenamiento correctamente diseñado, planificado y dirigido será de seguro un proceso exitoso. Tiene mucho que ver la progresión de las cargas del entrenamiento. El progreso es la clave del éxito, mientras que el estancamiento lo es del desentrenamiento.
Muchos modelos de entrenamientos (al azar) no consiguen progresiones por el hecho de que no se planifican en este sentido. Las cargas muchas veces caen en meseta o en muchas ocasiones en regresión. Los factores son diversos y mencionarlos a cada uno de ellos nos tomaría un espacio enorme. Lo cierto es que este principio garantiza que cada vez puedan romperse los record establecidos, que el atleta mejore progresivamente su rendimiento y que consiga cada vez mejores y mayores indicadores de adaptación fisiológica.
La violación del principio de la progresión de las cargas provoca claramente un estancamiento o regresión del rendimiento, lo cual induce la caída del deportista en abismo metodológico.
La gran pregunta sería ¿cómo podemos programar o planificar?
Respetando unas normas básicas.
No se puede establecer un modelo único de planificación ya que no existen dos procesos de entrenamiento iguales; varía el deportista, el deporte, las condiciones climatológicas, lo que le puede ocurrir al deportista desde que empieza la planificación hasta que se lleva a cabo (siempre se ha de estar en constante modificación respecto a la primera planificación, etc.)
Condicionantes indispensables para programar:
– Las elecciones de competición
– La estrategia de preparación y elección del tipo de planificación
– Las peculiaridades de la adaptación fisiológica del deportista
Dentro de los condicionantes para poder programar y planificar tenemos 6 grandes interrogantes, indispensables y muy a tener en cuenta:
Según planificación:
¿Qué? Elección método entrenamiento
¿Cómo? Elección de la característica de la carga
¿Cuándo? Elección del momento de periodización
Según el tipo de entrenamiento:
¿Dónde? Elección de la intensidad fisiológica
¿Cómo? Características de la carga (potencia y capacidad)
¿Qué? Tipo de tarea que se va a aplicar
La elección de nuestra planificación y entrenamientos ha de respetar la norma básica de entrenamiento descrita por Seyle (1936), el principio de SAG (síndrome de adaptación general).
Este principio es clave para que el deportista se adapte correctamente a las cargas de entrenamiento, si hay un estímulo demasiado grande y poca recuperación, el deportista no se adaptará a los estímulos con la posibilidad de poder caer en un SSE (síndrome de sobreentrenamiento). Por desgracia hoy en día hay muchos entrenadores y deportistas que no saben respetar este principio básico que debería regir cualquier planificación, muchas veces se piensa que más carga (volumen e intensidad) de entrenamiento es mejor, curiosamente en deportes d resistencia existe una amplia bibliografía reciente que contradice este principio. Dentro del deporte de resistencia (ciclismo, triatlón, carrera a pie, etc.) existe una corriente clásica por acumular volumen (kilómetros, metros y horas) de manera desmesurada, llegando muchos deportistas “quemados” o pasados de forma, sin poder asimilar la carga de sus entrenamientos, es por ello que entendemos que la calidad debe imperar sobre la cantidad y siempre respetando el principio de adaptación o súper compensación tan poco valorado por miedo a no llegar en forma.
Dentro de la valoración biológica del deportista bajo mi opinión es clave la figura de un médico deportiva, que mediante pruebas objetivas (analíticas) se puede controlar los valores hemáticos del sujeto, así a lo largo del año se puede realizar un seguimiento de manera científica. Todo esto se debe llevar a cabo sin dejar de controlar y escuchar al propio deportista, es decir, sus sensaciones subjetivas. Ambos aspectos, la medición de parámetros objetivos (analíticas, test de rendimiento, pulso en reposo, sensaciones del deportista o la simple ejecución técnica valorada por el entrenador) deben ser valores observables y tenidos en cuenta para valorar su adaptación a las cargas programadas y planificadas.