Ferran Latorre ha conquistado la cumbre del Makalu su décimo segundo ochomil. Tan sólo le faltan dos cumbres para hacer realidad su proyecto CAT14x8000: el Nanga Parbat y el Everest.

Ayer Ferran Latorre descendía hasta el campo base el Makalu después de haber hecho cumbre el lunes.

La expedición lanzó el ataque definitivo a la cima el domingo 22 de mayo desde el C2, situado a 7.500 m. Cerca de 1.000 metros de desnivel que Ferran afrontó sin utilizar oxigeno artificial. Tras más de 16 horas de subida Ferran Latorre consiguió coronar la cumbre a las 12:20 (hora local) acompañado por el austríaco Hans Wenzl, el indio Arjun Vajpai y el búlgaro Boyan Petrov.

Crónica post cumbre por Ferran Latorre

“La parte final del Makalu es más compleja de lo que pensaba. Se trata de un terreno mixto de dificultad básica pero nada evidente. Quiero decir con esto que el famoso corredor francés no tiene nada de corredor y se trata de ir subiendo por donde se intuye el mejor paso entre las rocas y la nieve. En este tramo, la ascensión se ralentizó radicalmente. Las horas fueron pasando sin darnos cuenta de ello, con esperas largas pero más bien intemporales, y todos nos conformamos a la lentitud, a cambio de más seguridad.

Por fin llegamos a la arista de la cima. Espectacular, preciosa, altiva y digna de una gran montaña como el Makalu y siempre secundada al fondo por la presencia del Everst y el Lhotse. No se puede pedir más. Al final de la arista intuía lo que tantas veces había visto en fotografías: el pre-cumbre o falsa cima como le dicen algunos. En ese punto el grupo se plantó como haciendo una pausa disimulada, o como esperando que alguien cogiera la iniciativa. Con Hans y Arjuna no teníamos ninguna duda: había que ir hasta la cima, que quedaba aún más allá de la falsa cumbre.

Cogí la iniciativa, y la verdad es que la escalada de la primera cumbre es muy impresionante, y ciertamente agotadora, porque además me hundía mucho en la nieve profunda. Y llegados al falsa cumbre es cuando llega la sorpresa. La arista continúa aún más allá, por un hilo precioso que culmina con una de las imágenes más icónicas de la historia del alpinismo: la cima puntiaguda y con el justo espacio para una persona, preciosa pirámide en miniatura para culminar el ochomil más espectacular del planeta. No me extraña que mucha gente se dé la vuelta y no se aventure hasta la verdadera cumbre. Sin ser difícil, la arista es muy aérea y es un poco delicada. Cualquier error es el último, y teniendo en cuenta que todo el mundo llega muy tocado físicamente, cualquier pequeña dificultad añadida puede ser la claudicación final. Incluso a escasos veinte o treinta metros, como es el caso.

Recorrí la arista con una lentitud conservadora, consciente yo también de que iba muy justo de fuerzas y de capacidades cognitivas, pero siempre con la compañía de Hans y del Arjuna, apenas detrás de mí, como si me protegieran. A dos metros de la cima, me paré para hacer una foto de aquella pequeña pirámide que tanto había soñado escalar, y que en otras ocasiones había sido el púlpito de Lionel Terray, Yannick Seigneur o Jordi Camprubí. Supongo que fue el reflejo inconsciente de querer tener una imagen, mi propia imagen, de esta cumbre virgen, de esta cumbre, de este lugar tan extraordinario del planeta, que se pasa 364 días al año viviendo en solitario.

Llegué el primero. Creo que en el fondo quería llegar el primero. No por nada. No por ninguna competición. No por poder decirlo. Creo que simplemente fue porque era el que la quería más que nadie. Porque quería estar solo unos instantes. Y ponerme como Terray o como Seigneur, o como mi querido Jordi.

Hans intuyó que yo deseaba ese momento para mí solo. Se esperó un rato y me hizo una preciosa fotografía. Después subió y nos abrazamos emocionados. Después vino Arjun, un momento de gran felicidad que Boyan, que venía algo rezagado, también inmortalizó.

Deshaciendo la arista iba saludando al resto de la gente que subía hacia la cima. Bajaba feliz. Mi vida había pasado por aquella pirámide, aquel punto telúrico y único del planeta, y sentía que algo del espíritu de Terray había entrado dentro de mí. Sin duda, el mejor regalo posible, era haberme encontrado con él».

Con el Makalu, Ferran Latorre suma su décimo segundo ochomil. Con esta cima, ya sólo le quedan dos para completar su proyecto personal CAT14x8000: el Nanga Parbat, que intentará coronar durante esta temporada de verano en el Pakistan y el Everest, que atacará en la primavera de 2017.

CAT14x8000 es el proyecto personal y el sueño de libertad de Ferran Latorre. El reto consiste en ser el primer catalán del mundo en coronar las 14 cumbres más altas del planeta sin oxígeno artificial. De momento solo lo han conseguido 15 alpinistas de todo el mundo, el primero: Reinhold Messner en 1986.

Fotografía de Boyan Petrov