Como me pasa muy a menudo en las “grandes citas”, el despertador no llega a sonar. A las 4:30 de la mañana deberían prohibir despertarse pero como me decía mi padre muy sabiamente, ¡sarna con gusto no pica! Noche típica pre-ironman, en este caso Ironcat. La misma preocupación por dormir es la que te priva de tan preciado tesoro en esos momentos. Muchos saben de lo que hablo. Aún así esto no es nuevo para mí y eso es una ventaja.

La historia se vuelve a repetir… 226 km por delante. Incertidumbre hasta cruzar la línea de meta del Ironcat. 3800 metros de natación, 180 km de bicicleta y 42 Km corriendo. Qué rápido se escribe y cuánto cuesta recorrerlo y sobretodo prepararlo. Muchas horas detrás de esa ansiada meta. Mucho tiempo robado a nuestras familias. Muchas dudas. Muchos miedos. Si todo va bien, en unas horas seré finisher de mi 9º ironman, Ironcat 2016. Y no tengo ninguna duda, las cenizas de mi padre descansan en esas aguas y nada puede salir mal.

Extrañamente, hoy estoy tremendamente tranquilo. Es cierto que no me juego nada y no vivo del deporte, pero también es cierto que en una prueba con pocos participantes donde los profesionales no suelen acudir, tengo posibilidades de quedar bastante adelante y eso, siempre gusta. No llego todo lo preparado que me gustaría, pero si juego bien mis cartas puedo rascar un gran resultado y eso me quita presión y me da confianza.

Bici, zapatillas de bici, zapatillas de correr, gafas de sol, casco aero y gorra de la suerte. Todo listo. Todo esto bajo la atenta supervisión de mi pareja que no quita ojo de todo mi ritual. Los boxes son un hormiguero donde cada uno se prepara para la “guerra”. Hablo con Simón y José Luis, dos amigos que debutan hoy. Cómo le dije a alguien una vez… “no será fácil, pero valdrá la pena”, vaya si valdrá la pena. Ellos están un “poco” más nerviosos que yo. Nos deseamos suerte y nos vamos a la playa. Simón… este año el viento no te quitará lo que te mereces. Hace justo un año, en el mismo escenario, el viento nos privó del Ironcat 2015.

Parte de la #mareaverde ya ha llegado a l’ Ampolla, otra parte (nuestras familias) pasaron la noche con nosotros. Si de algo estoy convencido es que apoyo no nos faltará. Creo que hay una paella reservada para unos 30 en uno de los restaurantes por donde transcurre el circuito de carrera a pie.

Paco, mi hermano, no ha parado de hacer fotos en todo momento. Tenerlo cerca es un plus, y él lo sabe. Laura, mi pareja, “debuta” de supporter. Difícil tener a alguien al lado que entienda mi locura y la comparta. Sólo me pide una cosa… “no acabes como acabaste en la maratón de Barcelona”. Por dentro pienso… “acabaré de la misma forma, cruzando la línea de meta”.

Ironcat 2016 - Sportvicious

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me sitúo en la salida del Ironcat y antes de que me dé cuenta estoy braceando hasta la primera bolla. Son tres vueltas a un rectángulo marcado por seis boyas. Empieza la fiesta. El mar es una piscina y parece que el tiempo nos respetará. Tardo un poco en coger el ritmo y no me encuentro a gusto, pero poco a poco la cosa va mejorando. Intento nadar recto y seguir la estela que marcan los demás triatletas. Creo que lo consigo.

Cuando me doy cuenta ya estoy en la última vuelta y la hago entera a pies de otro participante a un buen ritmo. Subidón al ver que he mejorado mi tiempo en ese sector 8’ desde mi última participación en 2014. Increíble ver la mancha verde que forman los IRUNWITHLEIVA con sus sudaderas. También veo a mi padre con su visera ironman colocado en una esquina. Lástima que sólo lo vea yo y sea un recuerdo de la edición del 2011. Esta vez lo ojos no se llenan de lágrimas y se me escapa una sonrisa.

T1 sin prisas. Toca lo que a priori será lo más duro para mí y donde tengo que intentar perder el mínimo tiempo posible. Este año la bici ha sido la gran sacrificada y no he podido entrenarla como a mí me hubiera gustado.

6 vueltas de 30 km por los arrozales inundados del Delte de l’ Ebre. La gente anima y te da alas para empezar las primeras pedaladas. Pronto dejamos l’ Ampolla y estamos en las largas rectas que comunican con Deltebre y Camarles. Ritmo crucero, cero viento y a intentar hacer el mayor número de km antes de que el Dios Eolo despierte y nos dificulte el avance.

Primer giro y ya tengo referencias con los primeros. Empiezo a contar triatletas y calculo que habré salido entre los 50 primeros (una gran natación para mí) . Me cruzo con Simón que ha salido muy poco tiempo detrás de mío. Más tarde con Raúl, otro Irunwithleiva que también participa y por último, José Luís. Ya estamos todos fuera del agua.

Las tres primeras vueltas a ritmo previsto y en cada giro en l’ Ampolla recargamos energía con los ánimos de los nuestros. Laura lo está haciendo perfecto como supporter y me va nutriendo de todo lo acordado en el momento justo. Es vital tener a alguien ayudándote en pruebas tan largas y exigentes.

En la 5ª vuelta del Ironcat, con 120 km en las piernas, el viento empieza a hacer acto de presencia discretamente y conforme pasan los km va en aumento. La última vuelta se hace dura. Es aquí donde hay que tener la cabeza fría y no desgastarse para intentar mantener el ritmo. Es preferible perder 5-6’ en esta vuelta y llegar “vivo” a la maratón y más en mi caso, que soy un maratoniano que juega a ser triatleta en verano. Un sobreesfuerzo extra te puede llevar al traste a la carrera.

Acabo en el tiempo previsto y toca mi especialidad ¡la maratón! La última disciplina es el juez y el verdugo. Es la que dicta sentencia y si te has pasado te condena a “muerte”. El cansancio se empieza a notar. El cuerpo poco a poco se irá deshidratando hasta llegar hasta su límite. Hace calor, mucha calor y el organismo aún no está acostumbrado a ello en el mes que estamos. Llevo poco más de 6h15’ de competición y en el mejor de los casos quedan 3 más.

Ironcat 2016 - Running - Sportvicious

Empiezo un poco atrancado, pero en un par de km ya estoy en ritmo crucero.

Por suerte, los ánimos de la #mareaverde son bálsamo. Mi entrenador Jaume, me da referencias con otros triatletas y pautas a seguir. Él mejor que nadie sabe cuál es mi estado de forma y de lo que soy capaz.

Pese al cansancio me encuentro bien y el ritmo hasta la primera media maratón es bastante bueno. Paso en el tiempo previsto. Laura, en cada vuelta me da todo lo acordado, sé que está sufriendo, aunque no voy nada mal. Hay algo que me llama la atención en cada IM que hago, cuanto más rápido corres, más te anima la gente. ¿No debería ser al revés?

Mi hermano está en todos sitios detrás de su cámara. Vaya tute se está pegando. Seguro que saldrán unas fotografías espectaculares.

Cuarta vuelta… quinta… Jaume me vuelve a dar indicaciones… “Si sigues a ese ritmo estás para 9h21” y quedan 7 km. Pienso en el tiempo que me ha dicho y sería un marcón pero las fuerzas están llegando a su límite. No creo que sea capaz de mantener el ritmo hasta el final. Empiezo a notar que corro por inercia y eso no es muy buena señal. Paso por al lado de Laura, le doy un beso. El próximo beso será en meta. Última vuelta del Ironcat… a los pocos metros tengo que parar. ¡Mierda! Vomito todo lo que he tomado en el avituallamiento y tengo una sucesión de arcadas que no tienen fin. La gente anima más si cabe pero yo sé que aquí se ha acabado mi IM. Estoy parado unos segundos, pero a mí me parece una eternidad. Seis km para meta que serán un infierno. Vuelvo a correr, esta vez a un ritmo muy por encima del que he llevado toda la maratón. Aún así no me rindo. Esto no es nuevo para mí y por suerte me queda poco más de 30’ de competición.

Llego al final de la larga recta de tierra dónde está la llave en forma de pulsera negra que me abre la puerta de la línea de meta. Cuatro km me separan de mi 9º IM. Recojo la última pulsera junto a otro triatleta y una voluntaria nos dice que uno de los dos seremos el 10º clasificado. Es la primera vez que tengo referencias reales de mi posición. Tengo muy claro que no seré yo el décimo. Estoy “muerto”. Mi cuerpo ha llegado al límite. De nuevo ando unos metros. Mi cabeza entra en guerra con mi cuerpo. Una quiere… el otro no puede. Al final gana la cabeza y vuelvo a correr como puedo. Llego al último avituallamiento, vuelvo a caminar… los integrantes del Triatló Jovent79 que se encargan de ese avituallamiento y donde tengo varios conocidos me animan a tope. No puedo más, salgo andando del avituallamiento y toda la #mareaverde que está esperándome en meta chilla como locos que corra ¡sólo quedan 2 km! No puedo más. Creo que los haré andando. No quiero sufrir más. Los miro pero no los veo. Siguen chillando. Los vuelvo a mirar, ahora distingo a Lucía, mi hija me sonríe pero no me dice nada. Creo que es la única que no chilla. Me hace el gesto de correr y mis piernas empiezan a correr solas. No sé de donde salen las fuerzas pero estoy corriendo, bueno, si lo sé, salen del amor incondicional de un padre por un hijo. Muchos sabéis de lo que hablo.

No vuelvo a parar de correr hasta meta. Óscar me espera antes de encarar los últimos metros y corre a mi lado ¡qué grande que es! pierdo la cuenta de cuantos IM ha estado a mi lado. Alfombra del Ironcat, Lucía de mi mano, la mayoría de personas que quiero en mi vida chillando, mi madre detrás de la vaya, mi hermano al fondo de la recta y una persona especial que sin ella no hubiese sido posible este Ironcat, que no quiero que se separe nunca de mi lado y con la que quiero compartirlo todo, haciendo las últimas fotos. Dedo al cielo señalando al culpable de que ame el deporte por encima de todas las cosas y paro el crono en 9h30’07’’ en 11º posición del Ironcat. Al final, pese a los problemas, 4ª mejor maratón del Ironcat con 3h10’. Besos, abrazos, emoción y medalla de finisher. ¡Va por ti también papá!.

Muchísimas gracias a todos por los ánimos, por los mensajes en las redes sociales y las felicitaciones.

Juanmi Moreno

Fotografías de Francisco Javier Moreno