Dos de octubre de 2016, fecha marcada en el calendario de más de 2600 triatletas de alrededor del mundo, 67 países representados en la línea de salida. El Ironman Barcelona desembarca en Calella por tercer año consecutivo, la franquicia número uno de triatlón a nivel mundial organizando 140 pruebas alrededor de los cinco continentes.
Desde primera hora de la mañana la playa está en plena ebullición. Atrás quedan los largos meses de entrenamientos, las dudas y los miedos, las molestias y el cansancio, las combinaciones imposibles para conciliar deporte, trabajo y familia. Llegó el día con el que tantas veces han soñado los deportistas, el momento de poner el cuerpo al límite en busca de un gran sueño, de pelear por conseguir cruzar la alfombra azul y sentir el ansiado: “You are an Ironman”.
La tensión de la caras de los participantes del Ironman Barcelona se cruzan con las miradas cómplices de sus acompañantes. Hay quien prefiere mantenerse en silencio, otros aprovechan para compartir las últimas conversaciones con sus familias. Un abrazo o un beso como despedida y todo listo para empezar. Existe un idioma internacional que sólo se establece en los cajones de salida, aquel que comparte el nerviosismo del que está a punto de tirarse al agua, de enfrentarse sin duda a uno de los desafíos más grandes de sus vidas.
El Ironman Barcelona, 226 kilómetros por delante, para disfrutar y sufrir a partes iguales, para cumplir un reto, para gozar del final del viaje. Miles de historias diferentes han llevado a sus participantes a colgarse hoy el dorsal; superación personal, retos solidarios, promesas por cumplir. Lo que les une a todos, la pasión por el triatlón, por demostrar que querer es poder. Cientos de horas de nado, pedaleo y carrera en solitario.
Ha amanecido un día espléndido, el estado de la mar les invita a disfrutar de cada brazada, la temperatura a adaptarse al agua con rapidez. Los profesionales nadarán sin neopreno y para el resto será opcional. El despliegue de medios de Ironman es impresionante, una organización exquisita presagia que será un día difícil de olvidar. Con rigurosa puntualidad se da el pistoletazo de salida y el público enloquece animando a los profesionales. A los pocos minutos es turno del resto de participantes que buscan entrelazar la última mirada con los suyos, esa mirada que les diga “creemos en ti”. La fiesta ha comenzado y pronto se puede divisar una larga serpiente humana que va superando boya tras boya.
En poco más de 49 minutos los más rápidos del Ironman Barcelona empiezan a salir del agua camino de la transición. A banda y banda, formando un largo pasillo, el público jadea con pasión. En boxes esperan nerviosas las ruedas de perfil y las lenticulares con ganas de empezar a rodar por la NII. A partir de este momento las bicicletas inundarán la carretera de la costa del Maresme a ritmos vertiginosos.
Miles de espectadores se agolpan debajo del faro que caracteriza la población costera de Calella controlando los tiempos de paso de los suyos, buscando una mirada cómplice a su paso para adivinar como van, escuchando a los speakers que van informando de los tiempo de paso, animando a la cabeza de carrera. Sólo Iroman es capaz de organizar un espectáculo triatlético de este calibre.
En poco más de cuatro horas los primeros clasificados del Ironman Barcelona han completado los 180 kilómetros del sector de bicicleta y tras una rápida transición, se disponen a empezar la maratón a unos ritmos que sólo unos pocos elegidos serán capaces de aguantar.
Poco a poco el paseo marítimo del pueblo se llena de corredores que sienten que únicamente les separa 42 kilómetros de tocar la gloria. El paso obligado por boxes, les sirve para reponer fuerzas, para visualizar que el objetivo está cada vez más cerca. Paso a paso, restando metro a metro, intentan disfrutar del último escalón que les queda por superar. Algunos sonríen a su paso, otros chocan la mano de los más pequeños, otros caminan buscando un poco de aire para poder continuar. Todos piensan en los largos meses de entrenamientos, agradecen el apoyo recibido por los que más les quieren, se emocionan cada vez que oyen “no te pares papá”.
El público sigue animando, contagiándoles todo la energía necesaria para poder convertirse en un hombre o una mujer de hierro. Todos siguen creyendo en su sueños, aprietan los dientes y sacan las fuerzas de donde no las hay.
En el plano más puramente competitivo, Patrick Nilson, Ivan Tutukin y Miquel Blanchart, formarán el podio masculino. El de la féminas estará formado por Àstrid Stienen, Elisabeth Gruber y Annah Watkinson.
Aún quedarán horas por delante para que vayan cruzando, poco a poco, la alfombra el resto de deportistas. La mayoría de ellos mirarán al cielo acordándose de aquellos que no están, buscarán en la grada a sus mujeres, maridos y pequeños para enfundarse con ellos en un emocionante abrazo, a los amigos y compañeros de equipo que tanto les han apoyado durante estos meses. Saltarán y gritarán con todas sus fuerzas, para aclamar I AM A IRONMAN.
Quien ha completado un Ironman, sueña sin miedo y vive sin límites.
Artículo de Sònia López
Fotos de Francesc Xavier Moreno Rivert