El pasado domingo 6 de agosto de 2017, los amigos ciclistas del Club Armantes de Calatayud nos trasladamos hasta Andorra para participar en la 3ª edición de La Purito Andorra 2017.
La Purito Andorra es una cicloturista ideada por el ciclista español Joaquim Rodríguez “Purito” considerada una de las marchas más duras de Europa. La combinación perfecta entre naturaleza, deporte, bicicleta y espíritu de esfuerzo y sacrificio.
La Purito Andorra tiene 3 recorridos: 28 km, 80 km y 145 km y todos ellos finalizan en els Cortals d’Encamp, a 2.083 metros, pero lo más notable es el desnivel acumulado: 5.200, 3.500 y 1.700 metros positivos respectivamente.
El recorrido de La Purito Andorra de 145 km es el mismo recorrido que la etapa reina de la Vuelta Ciclista a España de 2015 y transcurre por los puertos de la Collada de Beixalis, el Coll d’Ordino, el Alt de la Rabassa, el Coll de la Gallina y el Alt de la Comella para llegar hasta els Cortals d’Encamp.
El recorrido de 80 km transcurre por los puertos por el Alt de la Rabassa, el Coll de la Gallina, el Alt de la Comella y llega hasta els Cortals d’Encamp y el recorrido de 28 km transcurre por el Alt de la Comella y llega hasta els Cortals d’Encamp.
Si por algo destaca esta prueba es por el buen estado de las carreteras por las que se circula. Avituallamientos muy bien preparados y asistidos y ayuda en ruta para las bicis. Un punto desfavorable es que la circulación está abierta (lo cual es comprensible dado el interés turístico y comercial) teniendo que vigilar en las bajadas y en el tramo que va de Sant Julià de Lòria hasta Encamp. Ese tramo es el peor porque hay mucho tráfico y había que andar con mil ojos, a pesar de que en los carteles de la carretera se avisaba a los conductores de la celebración de esta prueba.
El sábado fue la entrega de dorsales, feria y la charla técnica. El día estaba caluroso, bochornoso a ratos; las predicciones daban algo de lluvia durante la carrera pero lo que no se preveía era la tormenta que cayó de madrugada: truenos, relámpagos, granizo y viento.
Nosotros habíamos quedado a las 07:15 para bajar a la salida, así que pertrechados con chubasquero, manguitos, guantes y la equipación del club acudimos a la salida. En total había unos 2.000 ciclistas llegados de muchos lugares de España y de Europa.
En mi caso, llevo poco tiempo saliendo en bici, ni medio año, y me he apuntado a la distancia de 80 km. Como no tengo bici de carretera, tomé la salida con mi bici de montaña, una Scott Scale Limited de Zona Joven (Calatayud) de 26 pulgadas, cubiertas slip y frenos de disco. Una bici de menos de 10 kilos idónea para este tipo de subidas de más del 16% y bajadas muy pronunciadas, se adapta a la perfección.
Tomamos la salida a las 08:35, nada más salir, a 500 metros se inicia la primera subida con un desnivel medio del 13%. Un primer kilómetro durillo, ya que pese haber calentado de estar esperando para salir, el pulso y el cuerpo se han relajado. En estos primeros kilómetros vuelve a llover, algunos corredores que se dan la vuelta pero nosotros seguimos. Yo solo pensaba en lo que había entrenado, los kilómetros disfrutados, las vacaciones de Asturias, en las que subimos puertos como Angliru, Lagos de Covandonga, Sortres, El Cordal, etc. para preparar esta prueba, así que una tormenta no me iba a mandar a casa.
Pasados los kilómetros iniciales, el cuerpo y las piernas van respondiendo y vamos a coronar La Rabassa. En total unos 13 km con un desnivel de 911 metros. Avituallamiento rápido (Coca-cola, agua, membrillo y galletas), un gel y cortavientos. Bajada rápida y sin problemas, algún llano que de repente parece que te quedas clavada y ya estamos abajo.
Vamos a por el segundo puerto: el Coll de La Gallina. El temido puerto y del cual esperaba no salir desplumada. Se trata del primer tramo cronometrado y lo hago en 1:28.
Los dos primeros kilómetros son durillos, desnivel medio del 10%, con repechos de hasta el 16%. Una bajada que sabe a gloria y ya es todo subir. Otros dos km duros y hasta el final, desniveles del 5% de media. Durante esta subida voy acompañada de un chico de Andorra, que no hace más que repetirme lo duro que es, pero bueno… poco a poco vamos pasando los kilómetros. En un momento dado la carretera se estrecha y es una sensación de soledad, vamos todos concentrados en nuestras pedaladas, nuestros pensamientos, miradas… es como si de repente se hubiera hecho otoño con un cielo nublado, humedad, pequeñas piñas por el suelo, montoncillos de acículas.
En cada puerto cuando quedan 5 km te lo indican con carteles y mentalmente vas haciendo tus cálculos o te das cuentas de lo que realmente queda. Al llegar, hay otro avituallamiento donde como galletas, membrillo, agua, Coca-cola, cortavientos y asciendo. Llevo 3:30 y 40 km; ahora empezaba a contar los km pero descontando. Bajada disfrutona, cada vez bajo mejor, y fui como una bala firme y segura, viendo en la cabeza las trazadas y fijándome como trazaban los de delante, anticipándome un poco.
Una vez finalizado el descenso, siguen 2 km cuesta arriba hasta llegar al cruce donde se inicia el Alto de La Comella. Un puerto corto, una “tachuela” de poco más de 4 km.
El primer km durillo con un desnivel del 12%, los siguientes km se suavizan salvo el último kilómetro. Estoy convencida de que era más. No llegaba nunca, otro giro, falso llano, giro… y por fin llegamos. Parada y sigo con mi avituallamiento habitual. Otra bajada y ya segura y convencida de que lo iba a acabar. En eso siempre había confiado pero ya ahí, más.
Bajada rápida, carretera principal y subida hasta Encamp. En este tramo de unos 5 km y los primeros de subida a Els Cortals fueron lo peor del día. En la carretera principal intento ir a rueda de un par de grupetas pero nada, me viene un bajón. Los coches me agobian, cambio los desarrollos para llevar cadencia pero tampoco quiero apurar mucho porque sino en la subida a ver de dónde tiro. Llegamos a Encamp ¡Qué pasada! Gente aplaudiendo y animando ¡Venga Lurdes!. Me emociono y lloro. Voy fundida pero voy acabar. Había que girar a la derecha y casi me paso… hay un avituallamiento pero no me paro.
Enfilo el segundo tramo cronometrado de la Purito Andorra en un tiempo de 1:07, no está mal. Voy cansada, fundida, meto casi todo lo que llevo, bueno casi todo… siempre me guardo un piñón en la recámara.
Los kilómetros iniciales tienen rampas duras, voy con cadencia fluida. Mi mente me dice que aguante, sea como sea vamos a llegar. Veo en el horizonte lo que se sube y resoplo. De todas las horas que llevo montada en la bici lo que más recuerdo son las gotas de mi sudor caer en ella.
Subidas de herradura, un giro, una recta y otro giro. Me levanto y sigo pedaleando. Noto molestias en el cuádriceps derecho pero voy alternando para ir mejor. En un momento dado le pido a un espectador que me anima que me dé un “empujoncito”. Sigo con la sensación de ir fundida pero con el ánimo de convertirme finisher.
Pasados los 3 km, la carretera se suaviza y me encuentro mejor. Adelanto a gente, pedaleo con buena cadencia y toda la pesadez desaparece. A mi izquierda veo el telesilla e intento imaginarme dónde acaba. En este puerto te cruzas con ciclistas que bajan y animan a los que subimos. Esto aún me motiva más.
A la izquierda empiezo a ver las últimas rampas ¡Ya está Lurdes! Me emociono, mi cara deja de ser un poema y es todo alegría y satisfacción. Una recta y un giro a la izquierda y entrada en meta. Beso y mirada al cielo para mi padre. Tras 6 horas he acabado La Purito Andorra 80 km.
Disfruto del momento mirando al horizonte y viendo por dónde había subido. A lo largo del recorrido he ido a la par con otra chica que llega después y nos fundimos en un abrazo, así como con otros chicos.
Hace fresquillo, me pongo el cortavientos y me preparo para descender. Una foto en photocall para inmortalizar el momento. Venancio y el resto del Club hacen la marcha larga y aún les queda un rato.
Durante la bajada voy animando a los ciclistas que suben. Es meritorio hacer la marcha de 145 km. Me cruzo con Venan y el grupo y me voy al hotel con la tranquilidad de saber que acabarán.
La Purito Andorra es una gran prueba, lo mejor el recorrido, las espectaculares vistas desde las alturas, el buen estado del asfalto, los avituallamientos (surtidos y bien atendidos) y el ambiente ciclista. Hay compañerismo, palabras de ánimo y de aliento, gestos de preocupación cuando ves que alguien echa pie a tierra o le cuesta pedalear, algún chiste, comentarios para sacarte una sonrisa, esas miradas concentradas cuando vas subiendo esos repechos: no hay palabra que hable tanto.
Lo que no me acaba de convencer es el trofeo finisher de La Purito Andorra. Es incómodo de descender con él. Sería mejor una medalla, es más fácil de llevar y no tiene puntas.
Sin ninguna duda, un día 10 con una buena lección de ciclismo para recordar siempre. La satisfacción personal no cabe en ningún maillot, solo en la cabeza, en las piernas y en el corazón. Gracias a todas las personas que me han traído aquí: Venancio (que vive el ciclismo con pasión, y que ese día pasó las suyas pero tuvo el arranque, las piernas y la cabeza para acabar) al Club Armantes, a mi familia y a mis amigos.
Lurdes Chavarri
Fotografías de AplBike