Después de 32 ediciones celebradas en el Sahara marroquí, la ultra maratón por etapas más mítica y reconocida del mundo se organizó por primera vez en otro lugar del planeta, la Marathon Des Sables Perú: el magnífico desierto de Ica, en Perú. Y nuestro amigo Albert Bosch no se lo quiso perder.
El formato de carrera es exactamente el mismo que en la Marathon des Sables original de Marruecos: 250 kilómetros en 6 etapas (7 días) y total autosuficiencia alimentaria. Pero el entorno, a pesar de ser también una zona desértica, es muy distinto.
Cuando me presentaron la posibilidad de correr la Marathon Des Sables Perú, no lo dudé ni un instante. Soy muy fan del concepto y el espíritu de la Marathon des Sables, que he tenido la suerte de poder correr en dos ocasiones en los años 2009 y 2011. Han sabido mantener muy bien el equilibrio entre una carrera a pie y una buena dosis de aventura combinada con la magia de una filosofía de carrera que conecta como pocas con la autenticidad del concepto que el camino es más importante que el destino. Pero en esta ocasión, teníamos la oportunidad de descubrir uno de los desiertos más bonitos e interesantes del mundo, y hacerlo en una primera edición que también supone una mayor dosis de incertidumbre, improvisación y romanticismo.
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Además, con nuestro equipo “World Nature Exploring” aprovechábamos para realizar una campaña de concienciación y divulgación de actitudes contra el cambio climático. Nuestro lema era “We love deserts, but no more deserts”,para informar sobre los problemas de la desertización y las medidas que todos podemos adoptar a nivel individual. Todos mis proyectos los enlazo con algún tema medioambiental, porque considero que el deporte debe servir para algo más que para divertir y emocionar, y los que lo practicamos en plena naturaleza deberíamos ser los primeros embajadores de una actitud de respeto y protección de la misma en todos los sentidos.
Después de las verificaciones de la Marathon Des Sables Perú, 350 corredores de 35 nacionalidades estaban en el primer campamento a punto para tomar la salida de la que será también una de las grandes carreras de referencia de esta especialidad.
En la primera etapa de la Marathon Des Sables Perú de 37 km ya descubrimos que esto sería mucho más difícil de lo que habíamos pensado y los que conocíamos la versión de Marruecos enseguida deducimos que sería bastante más dura que esa. El calor, la arena blanda durante la mayor parte del recorrido y la dificultad del recorrido nada más empezar la prueba fueron como un puñetazo en la cara para la mayoría de participantes. Tanto los más pros como los menos fuertes estaban exhaustos al finalizar esa jornada y 25 de ellos ya habían abandonado.
Por si fuera poco, el viento fue casi una constante en todas las tardes del campamento y esto lo hacía todo más incómodo y difícil para recuperarse para la etapa siguiente. Además, los dos primeros días hubo algún fallo de juventud propio de todas las primeras ediciones y los 100 primeros no teníamos todavía las tiendas cuando llegábamos al final de etapa. Pero a partir del tercer día, todos estos detalles fueron puliéndose y acabó funcionando todo como un reloj.
La segunda etapa de la Marathon Des Sables Perú tenía 42 km y prometía un terreno muy arenoso con muchas dunas y un desnivel acumulado de 1.700 metros positivos. Un buen menú para otra etapa en la que hubo también muchos abandonos (unos 40 en total), entre los que se encontraba nuestro compañero de equipo José Arimany, quien había sufrido una deshidratación severa el día antes y no pudo recuperarse. Pero la parte buena de la historia es que Quim Tribó, mi otro compañero de equipo, se encontraba en muy buenas condiciones y estuvimos corriendo juntos todo el día a un ritmo excelente, llegando a la meta en la posición 31 y 32 de la general.
La tercera etapa de la Marathon Des Sables Perú parecía de trámite antes de la etapa larga del día siguiente, pero no fue nada fácil. A pesar de tener “solo” 32 km, era muy completa en cuanto al menú del terreno que nos tenían preparado y, a pesar de que corrimos también juntos con Quim y a un buen ritmo, llegamos al final justos de fuerzas y con cierto malestar estomacal.
En ese punto ya casi todos los participantes estábamos de acuerdo en que el agua que se nos suministraba no era adecuada. Tenía un punto de gas y una altísima mineralización con un gusto muy raro. Todos se quejaban y a algunos les afectó muchísimo, hasta considerarlo una posible causa de bastantes abandonos. Sin duda, un punto a tener muy en cuenta por parte de los organizadores de cara a las próximas ediciones.
Ya estábamos ante la etapa definitiva. La cuarta etapa de la Marathon Des Sables Perú tenía 70 km y un máximo de 36 horas para terminarla. En mi caso la viví de una manera especial, pues estaba entre los top 50 de la general y el reglamento establece que estos salen dos horas más tarde que el grupo general.
Despedir al grueso de la carrera y estarte dos horas esperando nuestra hora de salida en una carpita perdida en medio del desierto era muy especial. Por suerte me sentía muy bien ese día y tengo que decir que fue uno de los días que más he disfrutado como corredor y como deportista en general. Ir atrapando gente desde atrás y poderlos animar, a la vez que ellos estaban ilusionados al vernos pasar y nos daban también mucha energía, era muy emocionante. Y poder estar fluyendo en pleno desierto rodeado de unos paisajes absolutamente increíbles justificaba todos los esfuerzos que hacemos para poder entrenar y llegar a estar en la salida de una gran prueba como esta.
Dejadme que os describa rápidamente lo que mis ojos vieron ese día, lo que mis piernas recorrieron y lo que mi mente degustó: los primeros 11 km hasta el CP1 eran dunas muy planas, sin apenas desnivel y con la arena bien dura, que permitían correr sin parar. Del CP1 al CP2 recorrimos 10 km de puro erg de dunas tan complicadas como preciosas, buscando siempre los mejores pasos posibles y encontrándonos en medio de un mar inmenso de dunas hasta donde alcanzaba nuestra vista. Del CP2 al CP3, unos 11 km recorriendo un valle estrecho de arena con unos cordones de dunas impresionantes a cada lado; belleza pura, pero dureza de verdad. Del CP3 al CP4 saltábamos a otro valle y descendíamos por un terreno duro y rápido que te dejaba correr tanto como las piernas te aguantasen. Del CP4 al CP5 avanzábamos por un gran valle con grandes dunas y montañas áridas a cada lado, constituyendo un paisaje casi lunar que, en mi caso, coincidió con un momento en que no encontré prácticamente a nadie, pues los más lentos ya los había dejado para atrás y todavía no había encontrado a los corredores que llevaban mejor ritmo habiendo salido dos horas antes que yo. Este tramo me hizo sentir especialmente feliz, sobre todo cuando al final remontábamos hasta una especie de collado entre dunas y, al llegar arriba, encontrábamos delante nuestro el océano Pacífico. El CP5 estaba en la misma playa, a la que descendíamos por una duna gigante corriendo como locos durante unos 10 o 12 minutos. Después, seguíamos corriendo por la misma playa durante unos 5 km, en los que a mí me coincidió con la puesta de sol, para remontar otros 5 km hasta el CP6, entrando de nuevo en el interior de desierto. Allí se me hizo de noche y me pilló la pájara del día por no haber comido lo suficiente en el último tramo. Sufrí mucho durante una hora, pero iba pensando que sufrir una hora cuando había disfrutado a saco las anteriores nueve bien valía la pena. Del CP6 a la llegada nos esperaban otros 10 km de bajada entre dunas para llegar, por fin, al campamento situado en la misma playa. En total tardé 11h20’, sabiendo que había disfrutado al máximo casi la totalidad de ese tiempo y que ahora me esperaban dos noches y una jornada entera de descanso.
La etapa de descanso de la Marathon Des Sables Perú fue uno de los mayores lujos que uno puede encontrar en la naturaleza, gracias a participar en este tipo de pruebas. La playa de Barlovento es totalmente desértica porque está rodeada de desierto y porque no hay ninguna población ni carretera a 50 km a la redonda. Un paraíso en el Pacífico. Nos acompañaban los “cantos” y la presencia visible de vez en cuando de los leones marinos, una gran cantidad y variedad de pájaros (es una reserva nacional de aves) y unos curiosos cangrejos rosados que inundaban las zonas de la playa donde no había nadie y que se escondían rápido en sus agujeros de la arena cuando se acercaba alguien. La organización nos regaló una experiencia excepcional con esta ubicación tan especial para la etapa de descanso.
La quinta etapa de 42 km y la sexta y última de 20 km recorrían básicamente la línea de la costa por acantilados y playas alternantes, pero siempre apartándose y alejándose de la pura playa para ir navegando entre dunas.
Estas pruebas por etapas y en autosuficiencia marcan la diferencia entre una carrera puramente deportiva y una carrera deportiva y aventurera. Muchos runners aguantan bien una ultra muy larga de una sola etapa y se les hace complicado ir haciendo menos distancia pero durante varias etapas. O incluso muchos corredores funcionarían mejor deportivamente si cada día estuviesen en un hotel y no tuviesen que llevárselo todo encima; pero esta es la parte chula de este tipo de pruebas en general y de la Marathon des Sables en concreto, en las que el correr no es el fin en sí mismo, sino un medio para vivir una gran experiencia personal y para descubrir una parte del planeta de una forma muy especial, de la mejor forma posible: a pie.
Felicitar enormemente a la organización de la Marathon des Sables Perú por tener la iniciativa de ampliar a otros desiertos su filosofía y su magnífica fórmula de carrera/aventura, y por tener el coraje de enfrentarse a la innovación y a una primera edición en un entorno para ellos también desconocido. A los afortunados que hemos vivido esta primera Marathon Des Sables Perú nos han hecho un gran regalo, que esperemos que puedan vivir muchos otros amantes del Adventure Running en las próximas ediciones.
Albert Bosch
Fotografías de Erik Sampers, Paolo Avil y Albert Bosch