Quim Farrero 2018 Sportvicious

Quim Farrero, visto de perfil

Quim es Quim. La frase suena tan categórica como claras tiene las ideas. Nada de medias tintas. Quim ha construido su existencia sobre pilares firmes, estables, que persisten a lo largo del tiempo y a pesar del paso de los años. Cuando escala, evita en lo posible la deportiva; en montaña invernal, se desplaza en snowboard y de la bicicleta no se sale del BTT. No sería él, tampoco, sin su larga cabellera o disparando ráfagas en lugar de cazar el instante fotográfico.

Hemos compartido experiencias desde hace un cuarto de siglo, como amigos, y desde 2005, espacio de trabajo en la revista Trail. Pero por encima de todo, poseemos espacios comunes que nos son sagrados: sentido del humor, verbo afilado, visión crítica de la realidad y meticulosidad en lo profesional. Cuatro pilares, también, que le permiten (nos permiten) sobrevivir en la cambiante realidad que nos rodea.

Eliseu T. Climent 

¿Cuándo, cómo y por qué nació tu pasión por la fotografía?

Quim Farrero: No tengo conciencia de que esto tenga mucho que ver, pero mi padre era muy aficionado a la fotografía y de pequeño mi hermano y yo paseábamos con él por Barcelona tomando fotografías. Luego durante unos cuantos años dejé de hacerlo; mi única preocupación era escalar. En 1988 y tras algo más de un mes escalando en Yosemite, regresé con las fotografías propias de estas experiencias y, al verlas, empecé a darme cuenta de dos cosas: el tema fotografía me gustaba y, además, no tenía ni idea. A la vuelta empecé con un curso básico, que dio paso unos meses después a cinco años de estudios de fotografía. 

¿Qué formación has recibido?

Quim Farrero: Aparte del curso básico inicial, estudié en total cinco años en el Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya. Eran tres años más una serie de créditos de especialización y un trabajo final. Allí aprendí de todo: iluminación, tecnología, historia de la fotografía, a trabajar con cámaras de todo tipo (placas, formato medio…), laboratorio químico, composición… El nivel de exigencia y la carga de trabajo eran bastante (léase “muy”) altos. Yo me especialicé en reportaje que es con diferencia lo que más me gusta, aunque me interesa casi todo del mundo de la fotografía

¿Qué tipo de fotografías te gusta más realizar?

Quim Farrero: Me interesa mucho la fotografía documental, sobre todo cuando implica la construcción de un proyecto con una línea narrativa y siempre vinculada al factor humano. Tengo una idea muy clara de qué es la fotografía para mí: el fotógrafo es un testigo que, dentro de lo posible, no debería interferir nunca en lo que sucede. La finalidad es obtener una imagen en base a lo que sería “el acto fotográfico”, es decir, la selección de un espacio (encuadre) y la determinación de un instante en el tiempo (disparo). Para mí esa consideración es muy importante. Disfruto mucho en el momento de hacer la fotografía y procuro que así sea incluso cuando trabajo y tengo la obligación de volver con material, como mínimo decente, de lo que se me ha encomendado

¿En qué momento entraste en el mundo de la fotografía deportiva?

Quim Farrero: Profesionalmente a finales del año 2004, cuando mi amigo Néstor Bohigas (alguien que muchas veces ha ido por delante de su tiempo junto con su hermano, el malogrado Nil Bohigas) me propuso formar parte del equipo de una revista que quería fundar, estando al cargo de todo lo que tuviera relación con la fotografía. Era el nacimiento de TRAIL, que vio su primer número tras un parto muy doloroso en julio de 2005. Antes de esto, siempre había fotografiado mis actividades en la montaña pero nunca de forma profesional.

Quim Farrero 2018 Sportvicious

¿Vives de tu profesión o te ves obligado a combinarla con otros trabajos?

Quim Farrero: Vivo exclusivamente de la fotografía, algo realmente meritorio hoy en día. De hecho, muchas veces cuando me preguntan de qué trabajo y respondo que soy fotógrafo, la gente insiste en preguntar “vale, vale, pero, ¿de qué vives?”. Es lo que hay. De todos modos, hasta ahora todos mis ingresos vienen de la fotografía de una forma u otra: encargos como free-lance, colaborador de la revista TRAIL y la docencia.

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¿Qué tipo de cámara sueles utilizar?

Quim Farrero: Cuando trabajo lo hago con dos cuerpos de cámara. Una de ellas es una cámara telemétrica en la que habitualmente llevo un objetivo de 28 mm. La otra es una cámara réflex al uso en la que llevo un objetivo de 50 mm. El 98% de mi fotografía profesional lo hago con esto. La cámara con la que me siento más a gusto es la telemétrica y es la que uso más. La réflex me va bien por cuestiones prácticas, sobre todo relacionadas con la lluvia (hay poco material de protección para las telemétricas). Para moverse por la montaña, el tema volumen y peso es importante y creo que he conseguido un equilibrio perfecto con las cámaras que uso. En cuanto a los objetivos, no me gustan ni los zoom ni los teleobjetivos o los angulares muy extremos. La deformación del espacio que producen no me resulta nada atractiva. He aprendido a sobrevivir sin (es posible). Esto aporta coherencia al conjunto de mis imágenes y menos peso y volumen a la hora de moverme.

Cuando fotografío para mí, en viajes por ejemplo, utilizo una cámara telemétrica con un objetivo de 35 mm. Es todo lo que llevo de viaje junto con un cuerpo de reserva y película si decido fotografiar en blanco y negro.

¿De dónde sacas inspiración?

¿Qué es la inspiración? Yo no lo sé, pero sea lo que sea, tal como decía Picasso, “que me pille trabajando”. Bromas aparte, supongo que esa supuesta inspiración depende de muchos factores, pero sobre todo hay uno muy importante que es la cultura visual: el conocimiento de la obra de otros fotógrafos, entender qué es la luz, que al fin y al cabo es la materia prima de la fotografía. La luz es la que decidirá qué podemos hacer. También es muy importante ser muy autocrítico y muy exigente con uno mismo. La autocomplacencia no tiene lugar en la fotografía. Intento ser muy duro con mis imágenes, puedo descartar fotografías por cosas que a otros les pueden parecer tonterías y, a pesar de todo, siempre me quedo con la sensación de que se puede mejorar. Siempre. A nivel profesional, el mínimo a aspirar es la realización de una fotografía correcta desde un punto de vista formal (técnica y composición); a partir de ahí, que realmente sea una buena fotografía (sea lo que sea eso) es realmente difícil. A nivel de obra personal, los criterios son otros, habitualmente más duros.

¿Cómo tienes la suerte de atrapar el momento adecuado en el tiempo correcto?

Quim Farrero: La suerte no existe. Antes ya he parafraseado a Picasso. El secreto está ahí y, a pesar de todo, siempre me quedo con la sensación de que no he estado donde debería. Pero hay que aprender a asumir eso: no se puede estar en todas partes. En cualquier caso, cuando trabajo, por ejemplo en una carrera, me concentro mucho. Dedico muchas horas durante las cuales puedo hasta olvidarme de beber o comer, incluso trabajando en ultras en los que puedo llegar a hacer muchos kilómetros y desnivel. Desconecto del mundo… aunque normalmente las necesidades más apremiantes me devuelven a la realidad (el cuerpo pide…). Puedo trabajar 24 horas sin apenas consumir nada. Hay quien puede dar fe de ello. Aunque tengo claro que no es una buena opción. Ahora suelo obligarme a parar de tanto en tanto para beber o comer.

¿Procesas tus propias fotografías?

Siempre. Y siempre lo hago yo. No quiero que nadie manipule mis imágenes. Me indigna mucho cuando veo alguna imagen mía que alguien se ha atrevido a reencuadrar o a ponerle un filtro de esos a la moda. Me parece una falta de respeto enorme. El fotógrafo debería ser responsable del proceso de sus propias imágenes, porque es él quien sabe (o debería saber) cómo tiene que ser la imagen final, la que él tenía en mente. Y eso no lo puede hacer otra persona. Esto suele implicar una parte importante del trabajo en horas, algo que al parecer mucha gente no entiende: ya están las fotos, se descargan en el ordenador y a correr… Nada más lejos de la realidad. Un problema más de la profesión.

Una vez cubierta una carrera deportiva, ¿qué procesos sigues con el material fotográfico antes de entregarlo al cliente?

Quim Farrero: Las imágenes deben descargarse en el ordenador siguiendo unos parámetros determinados para mantener la estructura del archivo (soy muy ordenado y muy metódico con esto); luego hay que seleccionar las imágenes según criterios que pueden variar en función de su destino (artículo impreso, galería en la web, redes, encargo de una marca…). Una vez hecho esto, proceso imagen por imagen de forma individual. Cada imagen es un mundo, aunque a estas alturas he llegado a optimizar mucho mi forma de trabajar: la mayor parte del trabajo sale del momento de la captura si se ha hecho bien, con lo cual los ajustes a realizar son necesarios pero sutiles. Además, no me gusta la sobre edición; para mi es importante que mis imágenes tengan un aspecto llamémosle “natural”. Si la imagen funciona, no necesita sobre ediciones, o filtros o “trucos”. Todo eso es seda para vestir monas.

Quim Farrero Sportvicious 2018

¿Retocas tus fotografías?

Quim Farrero: Si definimos “retocar” como “alterar de alguna forma el contenido de la imagen”, rotundamente no. Procesar las imágenes implica ajustar contrastes y ya. Desde el punto de vista del retoque, ni siquiera reencuadro o recorto mis imágenes. Incluso en la revista, la mayor parte de las imágenes publicadas no tienen reencuadre. Nunca en las de la galería web, por ejemplo. Aunque hay alguna excepción por cuestiones de diseño (la imagen portada de TRAIL es cuadrada por ejemplo). Pero aunque el trabajo es el trabajo, intento que sea necesario el mínimo de veces. En cuanto a mi obra personal, no reencuadro nunca una imagen. A mi modo de ver, esto la invalida como fotografía, convirtiéndola en una imagen que, por otro lado, puede ser excelente como tal, pero que no ha sido hecha por el fotógrafo en el momento de ese “acto fotográfico” del que hablaba al principio.

¿Influye la condición física en tus fotografías?

Quim Farrero: No sé si en las fotografías, pero sí en la posibilidad de estar donde creo que debo estar y en la capacidad de trabajar muchas horas. En algunas carreras, puedo acabar el día con una buena cantidad de kilómetros y metros de desnivel en las piernas. Nada que deba asustar a un corredor, pero hay que tener en cuenta que yo voy cargado y que no puedo abandonar. No puedo llegar a la redacción sin fotografías. No me da pereza ir hasta donde sea si creo que el lugar es ese, y creo que una buena cobertura de una carrera debe ser hecha por tramos y no por puntos. Eso a veces es posible y a veces no, depende de la carrera y la logística. No siempre puedo hacerlo como me gustaría.

¿Qué aspecto de ser fotógrafo profesional te parece el más desafiante?

Vivir dignamente de la fotografía es, con mucho, lo más difícil. Es una profesión muy mal considerada como tal y, más que intrusismo, hay mucha competencia desleal por un lado y muy poca cultura de imagen por otro. Una cosa lleva a que gente que no lo necesita para vivir (sepan o no) se pueda permitir reventar un trabajo haciéndolo gratis o a un precio insultante. La otra, la falta de cultura de imagen asociada a la cultura del “low cost”,hace que cualquier cosa “cuele” si es barata o gratis. Es muy difícil luchar contra eso. Es como si alguien que opta a un trabajo como asalariado, en lugar de acreditar que está capacitado para hacerlo, tuviera que entrar en lucha con los otros aspirantes a ver quién llega a humillarse más rebajándose el sueldo. En todo esto hay muchos otros factores que juegan: ser fotógrafo por lo visto “mola” y hay mucha gente más interesada en ser fotógrafo que en la fotografía, y en un tiempo de vanidades desatadas, el sólo hecho de ver tus imágenes difundidas por un tercero, aunque sea gratis (y por lo tanto, perdiendo dinero) da un subidón al ego. Con esto no quiero decir que nadie tenga que dejar de hacer fotografías, por descontado, ni pueda darle una fotografía a un amigo o conocido. Pero de ahí a ofrecer imágenes sin ton ni son al primero que venga va un mundo. Como dice alguien en una peli de Batman, “si haces algo bien, no lo hagas gratis”. El mundo de las carreras está trufado de esos perfiles que, además, en muchos casos existen un par de temporadas y, cuando se convencen de que nunca vivirán de esto, desaparecen. Pero el mal ya está hecho y detrás siempre vienen otros.

Quim Farrero 2018 Sportvicious

¿Has cambiado tu forma de trabajar o estilo fotográfico con el pasado de los años?

Quim Farrero: Por supuesto. Cada uno fotografía como es y en base a su experiencia personal. Yo evoluciono como persona y, por tanto, mi forma de ver el mundo también. Y aquí no estoy hablando de fotografía profesional, si no de la obra personal, la que como fotógrafo realmente me importa. Por un lado, tengo más solvencia técnica y eso me permite fotografiar más relajado y más pendiente de lo que realmente importa. Por otro lado, mi relación con el mundo, con la gente sobre todo, ha ido evolucionando con los años y eso es evidente (o debería) en mis fotografías. Hay también con los años una cierta definición formal, muy marcada por el material utilizado, que cada vez es menos y más concreto. Yo empecé, como todos mis compañeros cuando estudiaba, con mis cámaras réflex, mis zoom, etc. Pero un profesor, Josep Esclusa, me hizo ver con qué material trabajaban los fotógrafos que a mi me gustaban (y me siguen gustando). Ninguno de ellos por cierto tiene vinculación con la fotografía deportiva. Eso me llevó a vender todo mi material y a reinventarme con una cámara telemétrica, un solo objetivo de 50 mm y un fotómetro de mano. Desde ahí ha ido habiendo una evolución que me ha llevado hasta aquí.

¿Cuál consideras que es tu mayor logro fotográfico?

Sin lugar a dudas la supervivencia profesional. Y no es broma. Más allá de eso, poder convertir en parte de mi profesión la docencia, algo que me apasiona y es probablemente una de las cosas de las que más contento estoy. Desde hace una década doy clases en la misma escuela donde yo estudié. Algo que disfruto mucho y es un auténtico placer.

¿De qué manera ha evolucionado la fotografía deportiva durante la última década? ¿Qué futuro le ves?

Quim Farrero: Habría que definir qué es fotografía deportiva, porque si hablamos de carreras por montaña, yo siempre he mantenido que es “paisaje con figura” no fotografía deportiva. Pero asumiendo una interpretación más genérica del término, algunas tecnologías han facilitado la posibilidad de obtener cierto tipo de imágenes que antes o no era posible obtener o simplemente era muy caro. El mundo del dron, por ejemplo, ha representado un giro importante, aunque es sobre todo para el mundo del vídeo. O las cámaras subacuáticas, que no son nuevas pero sí mucho más manejables y baratas. El problema a veces es que hasta que la novedad no se naturaliza y asume su puesto, se produce una cierta sobre saturación. De todos modos, aunque la cámara es muy importante, lo que hay detrás, el fotógrafo, por suerte aún lo es más. Los dos deben ir acorde.

 ¿Te ves haciendo fotografías el resto de tu vida o crees que puede salir o cambiar alguna cosa?

Espero que así sea. Y más siendo autónomo y asumiendo que el tema jubilación lo tenemos especialmente mal. Ahora mismo, me sobran ganas y energía para trabajar. Mi única preocupación es seguir vinculado a la fotografía y eso será así el resto de mi vida, profesionalmente (espero) o no. Lo bueno de la fotografía es que te exige vivir. No se puede hacer sólo fotografía: hay que ver y vivir cosas fotografiables. Y eso es uno de los factores que la hacen más interesante.

¿Cuál sería tu sueño?

Quim Farrero: Tengo una larga lista de proyectos (que no tiene nada que ver con el deporte) que me gustaría llevar a cabo como autor. Uno de los problemas ahora es el tiempo: sobrevivir me lleva mucho. Otro es que en los últimos años la producción de ciertos proyectos se ha complicado mucho. Es difícil conseguir autorizaciones o llegar a según que entornos como fotógrafo, porque mucha gente está harta o desconfía de la gente con cámaras, que habitualmente no son fotógrafos. Supongo que alguno de esos proyectos verá la luz y, si no, habrá otros. El sueño en cualquier caso sería poder plantearse la fotografía tal como se la han podido plantear muy pocos fotógrafos: poder hacer lo que me apetezca como autor, de la forma que yo quiera y, además, vivir de ello. Primera división.

¿De qué pieza de tu equipo fotográfico nunca podrías separarte?

De mis cámaras telemétricas. Me siento extraordinariamente a gusto trabajando con ellas, con todas sus ventajas y desventajas. Me gusta incluso como suenan cuando disparan. Me gusta tenerlas en la mano. Una vez leí que a Miles Davis le gustaba tener a mano su trompeta cuando lo entrevistaban, tocarla, sujetarla. No se si es una anécdota cierta, pero la cosa va por ahí. Davis podía tocar magistralmente cualquier trompeta, pero esa era la suya, la que sonaba como él quería, la que incluso estaba adaptada a su boca… Creo que eso debería ser la cámara para un fotógrafo. Creo que hay una conexión entre el fotógrafo y la herramienta que le permite expresarse. En mi caso la hay. Y contento.

¿Cuáles son tus mejores influencias e inspiraciones?

Quim Farrero: Mis compañeros bromean a veces llamándome “clásico”. Mi fotografía lo es (a eso aspiro) desde un punto de vista de intemporalidad. Y mis influencias van también por el mismo camino. Me gustan muchos fotógrafos, la mayoría de ellos son grandes clásicos de la historia de la fotografía. Y me interesan tanto sus fotografías como sus textos, saber qué piensan, cuál es o era su visión de la fotografía. Podría dar una lista extensísima de nombres, pero en las primeras posiciones de mi ranking estarían Cartier-Bresson (¡Dios!), Bruce Davidson, Josef Koudelka, André Kerstez, Eugene Smith… Gente de los cuales han bebido todos los grandes fotógrafos actuales, sea cual sea su especialización. Es muy importante ver fotografía y tener referentes. Algo que en mis clases me sorprende mucho es que gente que tiene cierto interés por la fotografía y que invierte tiempo y dinero en aprender, habitualmente no tienen absolutamente ningún referente. Es como apuntarse a un taller de escritura sin saber quién era Cervantes, prescindiendo de que me guste o no.

Si hoy pudieras cambiar un aspecto de la industria fotográfica, ¿cuál sería?

Las condiciones laborales de la mayoría de profesionales, sobre todo aquellos vinculados a la fotografía documental o el fotoperiodismo. Es una profesión de una gran importancia social y cultural que está muriendo en aras del low costy el “fast food” fotográfico. Pero tiene mala solución porque hay una mezcla de cultura, responsabilidad social, egos… Ya veremos dónde vamos a parar.

Quim Farrero '18 Sportvicious

¿Cuáles son tus manías como fotógrafo: luces, focos, etc.?

Quim Farrero: Tuve la suerte de estudiar donde estudié y eso me permite desenvolverme en muchos ámbitos (exterior, estudio…). Pero en cuanto a luz, personalmente prefiero con mucho la luz natural. El reto de tener que adaptarse a la luz que el día ofrece y en base a eso ver qué se puede hacer. Por otro lado, ya he comentado que no me gustan nada las ópticas extremas. Ni esos súper angulares en los que el horizonte es curvado ni, especialmente, los teleobjetivos, que aplanan la perspectiva. La lectura del espacio es muy importante para mí. De forma genérica, en mi fotografía todo se reduce a la frase de Mies Van der Rohe “menos es más”.

¿Blanco/negro o color?

Quim Farrero: Como autor blanco y negro sin dudarlo. Me gano la vida en color y no tengo problema en ello, pero una cosa es hacer fotografías con colores y la otra es hacer fotografía en color. Por un lado, el color es muy complicado, es muy difícil gestionar el color más allá de certificar que una camiseta es roja o una pared verde. Todo en una fotografía debe tener sentido, trabajar en una dirección. Si el color no aporta nada más que ese hecho testimonial, como autor prefiero eliminarlo, centrarme en la forma, la luz y la sombra. Me apasiona el blanco y negro. Y para mí es muy importante saber qué voy a hacer de antemano, cómo voy a fotografiar. El mecanismo mental es diferente. Cuando fotografío en blanco y negro lo hago siempre en película. No hay marcha atrás, lo que es blanco y negro es blanco y negro y lo que es color, color. Más allá de por necesidades docentes, no convierto nunca mis imágenes digitales a blanco y negro. El proceso químico en blanco y negro me gusta, lo domino y lo disfruto. Yo revelo mis películas y tengo laboratorio en casa: yo mismo tiro mis copias, la fotografía final. ¡Un lujo!

¿Dinos tus dos fotos preferidas que hayas hecho y el por qué?

Quim Farrero: Parafrasearé a Imogen Cunningham, una gran fotógrafa que decía que “mi mejor fotografía es una que haré mañana”. Siempre hay que buscar más, siempre mejor… Espero no conseguir nunca algo parecido a “la mejor fotografía de mi vida” porque entonces la búsqueda se habrá acabado. Dicho esto, si tuviera que seleccionar algunas de mis imágenes como mis preferidas o “las mejores”, estarían entre mi producción como autor en blanco y negro, teniendo en cuenta que desde mi punto de vista, una imagen individual dice poca cosa. Lo importante es el conjunto, sea obra global de un fotógrafo o un proyecto determinado. A pesar de que he dicho que la suerte en cuestiones de producción fotográfica no existe, sí que es verdad que el azar tiene mucho que decir y una imagen puntual puede tener más que ver con el azar que con las cualidades o la intención del fotógrafo. La generación de una obra fotográfica coherente es una carrera de fondo, un verdadero ultra que dura toda la vida.

Fotografía de Quim realizada por Carlos Díaz-Recio

Fotografías de Quim Farrero