Ariadna y Sergi son amantes del mundo del ciclismo, pasión que combinan con sus otras dos aficiones: viajar y fotografiar. En esta ocasión decidieron retomar su estilo de viajar en bikepacking realizando Le Raid Pyrénéen.
A principios de año decidimos hacer un viaje de bikepacking en verano.
Llevábamos años sin hacer ninguno y nos apetecía retomar esta manera de viajar, aprovechando las ventajas que ofrecen las bicicletas de gravel y las nuevas bolsas de bikepacking, mucho más ligeras que las tradicionales alforjas.
No disponíamos de muchos días, y, a pesar de que hace años ya habíamos cruzado los Pirineos en bicicleta, nos atraía la idea de revisitar lugares y puertos que llevábamos mucho tiempo sin pisar.
Teníamos claro que queríamos acabar bañándonos en el Mediterráneo y que queríamos cruzar el Pirineo por su vertiente francesa.
Así, empezamos a buscar información para preparar el recorrido y nos topamos con Le Raid Pyrénéen, que encajaba perfectamente con nuestros planes.
LE RAID PYRÉNÉEN
Le Raid Pyrénéen es una brevet ciclista permanente, abierta cada año desde el 1 de junio hasta el 30 de septiembre, que fue creada en 1950 por el Club Cycliste Béarnais.
Se trata de un recorrido de 800 kilómetros y 18.000 metros de desnivel positivo que, coronando 28 cols, cruza de mar a mar los Pirineos por su vertiente francesa.
La brevet puede ser realizada del Cantábrico al Mediterráneo o bien en sentido inverso, uniendo las localidades de Hendaye y Cerbère.
El recorrido de Le Raid Pyrénéen es muy atractivo, un continuo sube y baja, que permite escalar los puertos más emblemáticos del Pirineo francés y, a la vez, descubrir carreteras secundarias de asfalto rugoso, con muy poco tráfico y unos paisajes increíbles.
El tiempo máximo para realizar la brevet Le Raid Pyrénéen es de 10 días.
El Club Cycliste Béarnais facilita un rutómetro y un carnet de ruta que hay que ir sellando en las localidades que se indican.
PREPARATIVOS PARA LE RAID PYRÉNÉEN
Queríamos viajar en autosuficiencia pero ligeros de equipaje para que el peso no nos penalizase demasiado en las exigentes ascensiones que teníamos por delante.
Por eso, prescindimos de tienda y sacos de dormir, y nos alojamos en hoteles y chambres d’hôtesque fuimos reservando sobre la marcha.
Prescindimos también de cualquier utensilio para cocinar, con la idea de desayunar y cenar bien y de comprar algo de comida sobre la marcha en cada etapa.
Al final, conseguimos que nuestros equipajes no sobrepasasen los 7 kilos de peso, distribuidos en una bolsa de bikepacking debajo del sillín, una bolsa en el manillar y una pequeña bolsa de cuadro.
Otro decisión importante cuando preparábamos el material para el Le Raid Pyrénéen fue el tema de los desarrollos que debíamos llevar en las bicis.
Al final optamos por un único plato de 42 dientes y un cassette 11-42 de 11 velocidades. Con eso, pensamos que debía ser suficiente para escalar los puertos pirenaicos con el peso que íbamos a llevar. Aunque tengo que decir que, en algún momento, echamos de menos un piñón con unos cuantos dientes más…
Finalmente, teníamos que ver cómo nos desplazaríamos desde Barcelona hasta Hendaye (punto de inicio de la brevet). Después de barajar varias alternativas, llegamos a la conclusión de que el tren era la mejor opción.
Desde hace unos años Renfe permite llevar bicicletas en sus trenes de media y larga distancia (eso sí, dentro de cajas o fundas que no pueden sobrepasar una determinadas dimensiones).
Entre Barcelona e Irún/Hendaye hay dos trenes diarios. Son 6 horas largas de viaje hasta Donostia y después media hora más en un cercanías hasta la frontera francesa de Irún/Hendaye.
EL VIAJE LE RAID PYRÉNÉEN
Decidimos dividir el recorrido en 8 etapas e introducir algunas variantes para ascender puertos que no conocíamos y rodar por algunas pistas forestales para probar a fondo nuestras gravel.
Échale un vistazo al último número de nuestra revista digital Sportvicious en la sección de revista.
1.- Hendaye – Donibane Garazi (76 km/1.170 D+)
El 3 de julio por la mañana, iniciamos nuestro recorrido en la bonita playa de Hendaye. Día nublado y temperatura fresca –que agradecimos después de varios días de sufrir una insoportable ola de calor en Barcelona–.
Después de las fotos de rigor, empezamos a pedalear sin demasiada prisa, disfrutando del paisaje y guardando fuerzas.
Se trata de una etapa cómoda, sin grandes desniveles, que transcurre íntegramente por carreteras secundarias del País Vasco francés, entre colinas tapizadas de un verde intenso y salpicadas de caseríos.
Vale la pena llegar pronto a Donibane Garazi (Saint-Jean-Pied-de-Port) para poder estirar las piernas paseando por sus calles repletas de edificios históricos y subir a la ciudadela de Mendiguren.
Esta localidad es el punto donde confluyen las distintas vías de Europa que conducen a Santiago de Compostela y es el punto de inicio del denominado camino francés.
2.- Donibane Garazi – Osse-en-Aspe (96 km/2.700 D+)
Esta es la etapa en la que el ciclista descubre la extraordinaria dureza de los puertos del Pirineo vasco francés.
El día se levantó soleado y muy caluroso. Preciosos paisajes y pequeñas carreteras con muy poco tráfico, asfalto rugoso y pendientes imposibles que no bajan del diez por ciento durante kilómetros y kilómetros.
Coronamos el puerto de Burdinkurutxetako, cruzamos la selva de Iraty escalando el puerto de Irau, cruzamos la localidad de Larrau y, por último, afrontamos la durísima ascensión al puerto de Soudet –con kilómetros de pendientes sostenidas de más del 15%–.
Fue un largo día dando pedales. Disfrutamos y sufrimos por igual, y echamos mucho de menos un piñón de 46 dientes… Por la tarde, llegamos al pequeño pueblo de Osse-en-Aspe, donde nos alojamos en una bonita granja centenaria.
3.- Osse-en-Aspe – Luz-Saint-Saveur (107 km/2.500 D+)
El paisaje ha cambiado. Vislumbramos las altas cumbres del Pirineo central. El menú de puertos de la etapa incluye ya dos nombres ilustres, Col d’Aubisque y Col de Soulor, precedidos de un pequeño aperitivo, el Col de Marie Blanque.
Tras cruzar estos puertos, que nos mantendrán ocupados toda la jornada bajo un calor sofocante y bastante tráfico, dejamos atrás las carreteras del Département des Pyrénées Atlantiques para quedarnos justo a los pies del Tourmalet, en la localidad de Luz-Saint-Saveur.
Luz es una localidad muy turística, sin demasiado atractivo, pero situada en un lugar estratégico para el ciclista con ganas de escalar puertos.
4.- Luz-Saint-Saveur – Bagnères-de-Luchon (95 km/2850 D+)
Esta es una etapa Tour, con 3 largas ascensiones: Col du Tourmalet, Col d’Aspin y Col de Peyresourde. Es un continuo sube y baja, sin ninguna tregua.
Además, en la parte final de la preciosa ascensión al Tourmalet –a 2.215 sobre el nivel del mar–, la altura se hace notar y endurece la escalada.
Estamos ya en el Département des Hautes Pyrénées y, al coronar el Col de Peyresourde, llegamos justo a la mitad de nuestro viaje.
¡Empieza la cuenta atrás para llegar al Mediterráneo!
Después de un vertiginoso descenso, llegamos a Bagnères-de-Luchon, donde pasamos la noche en una antigua villa de veraneo convertida en bed & breakfast.
¡Para cenar ensalada, pizza y helado! Las piernas empiezan a estar bastante tocadas.
5.- Bagnères-de-Luchon – Oust (97 km/2.300 D+)
¡Desayuno de croissants, baguettes y mermeladas caseras!
Esta etapa se adentra ya en la parte más desconocida y menos turística de toda la brevet (las regiones de l’Ariège y l’Aude).
El tiempo empieza a cambiar y la previsión da lluvia para los próximos días. Agradecemos la temperatura mucho más fresca que en días anteriores.
De nuevo, el menú de la etapa incluye tres puertos, Col de Menté, Col du Portet d’Aspet y Col de la Core, aunque de menos entidad que en las dos etapas anteriores.
Pasamos el día pedaleando por carreteras con muy poco tráfico en medio de frondosos bosques y finalmente coronamos el Col de la Core en medio de una espesa niebla.
Nos abrigamos y un largo descenso por una carretera serpenteante nos lleva hasta Oust, en el corazón de la región del Ariège.
6.- Oust – Tarascon-sur-Ariège (50 km/850 D+)
Pinta mal tiempo y tormentas. Decidimos buscar un recorrido alternativo para evitar la ascensión al Col d’Agnes, a 1.500 metros de altitud.
Llegamos a Tarascon después de haber coronado el bonito y poco transitado Col de Port, por el que, en un principio, no teníamos planeado pasar.
Empieza a llover con intensidad y, aunque aún es pronto y solo llevamos 50 kilómetros, decidimos quedarnos y buscar hotel. ¡De nuevo ensalada, pizza y helado para cenar!
7.- Tarascon-sur-Ariège – Prada de Conflent (129 km/2.600 D+)
Hay que recuperar kilómetros y llegar a Prada de Conflent, a los pies del Canigó. Luce el sol y ha vuelto el calor.
Cruzamos los desconocidos y larguísimos puertos de Marmare y Jau. De nuevo, pedaleamos todo el día por carreteras solitarias de asfalto roto.
El paisaje ha cambiado radicalmente, ¡se nota que nos acercamos al Mediterráneo!
Y, por fin, después de coronar el Col de Jau, vemos el mar por primera vez. Pasamos la noche en una acogedora chambre d’hôtes en Prada, compartiendo cena en el jardín con los dueños de la casa y otros huéspedes.
8.- Prada de Conflent – Argèles-sur-Mer (91 km/1.100 D+)
¡Último desayuno pantagruélico! Día de mucho calor. El mar está cerca y se nota la humedad. Ascendemos al último gran puerto de nuestro viaje, el Col de Palomère.
Se trata de un puerto desconocido, fácil pero muy largo y con unas vistas espectaculares del Canigó. Después de un descenso interminable, llegamos a Céret y, desde allí, ya por carreteras completamente llanas, por fin llegamos al mar. ¡Emoción indescriptible!
Aunque aún es pronto, decidimos pasar la noche en Argèles y cenar junto al mar. Al día siguiente, por la carretera que bordea toda la Côte Vermeille, con vistas impresionantes sobre el mar, llegamos a Portbou, no sin antes parar en Cerbère para sellar por última vez nuestros carnets de ruta.
Después, un largo viaje en tren nos lleva de vuelta a Barcelona y empezamos a pensar en cuál será nuestro próximo viaje.
Sergi Llacuna
Fotografías de Ariadna Cambronero