DE LOS PIRINEOS A LOS ANDES BOLIVIANOS…
Maite Pariente emprendió su aventura en Bolivia con el objetivo de alcanzar cinco cimas a partir de los 5.500 metros:
Pico Austria, Pequeño Alpamayo, Huayna Potosí, Illimani y Sajama, poniendo a prueba su cuerpo y su mente.
Cuando tienes el privilegio de vivir cerca de los Pirineos, escaparte siempre que puedes a alcanzar alguna de sus cimas pasa a ser la única actividad en tu tiempo libre.
Sin embargo, cuando en algún momento del año, la vida te regala algo más de tiempo para poder vivir tu pasión por las montañas, es inevitable dejar volar tu imaginación y soñarte en alguna cima de un país lejano.
Y así fue como, con un montón de mariposas revoleteando por mi estómago, decidí mirar el mapa de las cadenas montañosas del mundo.
Y recorrerlas con el dedo —las Rocosas, los Andes, los Alpes, el Cáucaso y el Himalaya— buscando cuál de ellas sería mi próximo destino.
Eso sí, esta vez quería cimas ubicadas en algún rincón del mundo que me hiciesen salir de mi zona de confort.
Y donde no hubiera estado antes, así que, no sé si por causalidad o casualidad, mi dedo se detuvo sobre los Andes bolivianos.
Los Andes son una cadena de montañas de América del Sur que atraviesa Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y parte de Venezuela.
Y aunque no es en Bolivia donde se encuentran sus picos más altos, sí es donde los Andes alcanzan su mayor amplitud.
Los Andes bolivianos se dividen en dos ramales: la cordillera Occidental y la Oriental.
La Occidental tiene como principal característica la vulcanidad de sus cumbres.
Y en ella se encuentra el Nevado Sajama, de 6.542 metros, pico más alto de Bolivia.
La Oriental, con una extensión de aproximadamente 180 km, tiene un sector más noroccidental (cordillera Real).
Donde se concentra el mayor número de grandes cumbres de Bolivia, picos que poseen una altura promedio de cerca de 6.000 metros.
Lo que hace que este sea el segundo altiplano más alto del mundo (3.700-4.500 m) después del Tíbet.
El pico más alto de esta cordillera es el Illimani, 6.438 metros, que también es el segundo más alto de Bolivia.
Además, por si fuera poco, está localizada muy cerca de la ciudad de La Paz.
A diferencia de otras montañas del planeta, la cota de nieve está por encima de los 4.500 metros.
Por lo que al principio me hizo pensar que no me ofrecerían todo lo que yo buscaba.
Sin embargo, las zonas a partir de los 5.550 metros son otro mundo.
Ahí el clima polar te envuelve cada minuto en un gran abrazo.
El glaciar repleto de grietas te obliga a dar grandes saltos de fe, los penitentes infranqueables te convierten en un corredor de obstáculos.
Y los vientos huracanados ponen a prueba tu capacidad de resistencia y equilibrio.
Pero si todo esto te parece poco, las pendientes heladas, las aristas aéreas y los tramos de terrenos descompuestos se convierten en una parte importante de tu camino.
Me atrevería a decir que la altitud de sus montañas es el menor dolor de cabeza de esta aventura.
21 días, Bolivia y algún buscador de internet era todo lo que necesitaba para elegir mis objetivos.
Así que, con mucha ilusión pero con los pies en la tierra, seleccioné cinco cimas que se encontraban al nivel de mis conocimientos técnicos.
Cuatro de ellas se encuentran en la cordillera Real y la quinta en la cordillera Occidental.
Lo que me daría la oportunidad de conocer los dos ramales andinos bolivianos, entre otras muchas cosas.
Pero antes de desvelar el secreto de los nombres de las 5 cimas elegidas y hablar un poco de mi experiencia en ellas, me gustaría puntualizar que Bolivia no es solo un país de montañas.
Más allá de ellas también hay lugares de increíble belleza, llenos de aventura.
Y aunque solo de algunos de ellos tuve la oportunidad de disfrutar en este viaje, como surcar el lago navegable más alto del mundo, lago Titicaca.
Pasear por las calles llenas de historia de la capital más alta del mundo, La Paz a 3.650 m.
Y viajar al pasado en algún yacimiento arqueológico, Tiwanaku, no me gustaría dejar de citar otros que también considero de gran interés:
- atravesar en bicicleta la salina más grande del mundo, el Salar de Uyuni
- perderse por la Amazonía boliviana
- y enamorarse de un pueblo multicultural y multiétnico, los Aymaras, los Quechuas, etc.
Un petate y unos billetes de avión me ayudaron a cruzar el charco.
En apenas 14 horas llegué al Aeropuerto Internacional de El Alto.
Ubicado en la ciudad del mismo nombre, vecina de La Paz que, sin ser la capital de Bolivia, es un magnífico lugar para fijar el campo base.
Visitar La Paz fue todo un regalo inesperado.
Ubicada en el oeste de Bolivia, a 68 km al sureste del lago Titicaca, está situada en un cañón creado por el río Choqueyapu.
Y está rodeada por las altas montañas del altiplano, entre ellas el nevado Illimani, cuya silueta ha sido un emblema importante de la ciudad desde su fundación.
Su altura promedio de 3.650 metros la hace la metrópoli más alta del mundo.
Por si esto fuera poco, la topografía accidentada de la urbe ofrece unas vistas únicas de la cordillera Real.
Todo esto hacen que La Paz sea un excelente mirador y un muy buen lugar para comenzar a aclimatar.
Sin lugar a dudas, pasear por sus calles llenas de historia y volar en su famoso teleférico, que te permite conectar con los puntos más importantes de la ciudad, fue una bonita manera de empezar a conocer un hermoso país.
Un par de días dediqué a visitar el lago Titicaca (3.812 m) y el yacimiento arqueológico de Tiwanaku (3.800 m).
Así, al mismo tiempo que conocía lugares increíbles, mi cuerpo se iba aclimatando.
DE LOS PIRINEOS A LOS ANDES BOLIVIANOS…
Y llegó el momento de la verdad.
Cinco cimas elegí, cinco cimas me eligieron, cinco cimas que pondrían a prueba mi cuerpo y mi mente: Pico Austria, Pequeño Alpamayo, Huayna Potosí, Illimani y Sajama.
Pico Austria, 5.327 m
Ubicado en el macizo del Condoriri, se encuentra a 40 km de La Paz y es uno de los más visitados de toda la cordillera Real.
Objetivo ideal para la aclimatación a la altura.
Desde su cumbre se puede disfrutar de una de las panorámicas más completas de la cordillera Real.
Desde la laguna Chiar Khota y por un sendero marcado y sin ninguna dificultad técnica, si no hay nieve, salvo la altura y algún tramo de terreno descompuesto, alcanzas la cima del Pico Austria con la recompensa de unas vistas increíbles del Huayna Potosí y de todo el macizo del Condoriri.
Y como un día en estos parajes dan para mucho más, me tropecé con unas vizcachas en los alrededores de la laguna.
Almorcé trucha recién pescada de allí mismo y recibí clases de idioma aymara de mi cocinero.
A veces la vida no para de sorprenderte.
Pequeño Alpamayo, 5.430 m
Es uno de los picos más populares del macizo del Condoriri.
Llamado así por su semejanza a la cara menos conocida del Alpamayo peruano.
Fue ascendido por primera vez el 24 de agosto de 1962 por Irene y Keith Whitelock.
En medio de la noche atraviesas un glaciar que te acerca a la cima del Tarija. Bajas de allí sobre una sección de roca delicada de unos 80 metros con la única luz del frontal.
Sin previo aviso, encuentras una pendiente vertiginosa y helada que, si para subirla solo exige esfuerzo, para bajarla se convierte en una pista de patinaje.
La pendiente da paso a una arista nevada con un desnivel de 200 m y 55 grados que, seccionada en dos tramos, acaba en la cima.
No se puede expresar con palabras lo que sentí al alcanzar la cima y ver cómo el amanecer me estaba esperando.
Llegar allí había sido un paseo exigente en muchos sentidos, pero había valido la pena.
De ello me daría cuenta al descender, ya que la luz del día me ofreció todas las vistas que la noche me había robado.
Para mí es la más dura técnicamente y la de mayor belleza de todas las que alcanzaré en este viaje, pese a que es la menos alta.
Huayna Potosí, 6.088 m
Situado a escasos 25 km de La Paz fue ascendido por primera vez en 1919 por los alemanes Rudolf Dients y Otto Lohse.
Para subir al Huayna se ha de pernoctar en dos refugios: el refugio Huayna Potosí (4.750 m) y el refugio Campo Alto (5.130 m).
Es cierto que se puede acceder al refugio Huayna Potosí en transporte, pero es una verdadera tragedia hacerlo así.
Así que es una buena idea dedicar un par de días a hacer un pequeño trekking con una parada en el campamento Carmen Pampa, situado a 4.720 m.
Este pequeño paseo permite ayudar en el proceso de aclimatación, disfrutar de parajes salvajes y conocer más de cerca a las reinas de aquellos lugares, las llamas.
Dos días después se llega al refugio Huayna Potosí, situado en el paso Zongo, a 4.750 m.
Es un refugio muy bien equipado, aunque algo concurrido. Un lugar ideal para descansar.
Para alcanzar el Campo Alto (5.130 m), se cruza una interminable morrena, sin apenas dificultad, sin pisar nieve ni hielo.
Este campo se encuentra a tan solo unos metros del glaciar y de la pendiente de nieve por la que se asciende en dirección al Huayna.
Una traza dibujada a conciencia sobre el hielo, por la cantidad de personas que suben cada día, e iluminada por las luces de los frontales, se pierde primero por la ladera pedregosa en un zigzag brutal para seguir por una pendiente de vértigo y acabar en una arista, sin final, que lleva a una pequeña cima donde no hay casi espacio para coronarla.
Afortunadamente, las vistas no tienen límites. Montañas de la cordillera Real, como el Illimani, se alcanzan a ver desde este lugar.
Y no solo montañas, hay una vista espectacular sobre El Alto, es decir, la parte alta de la ciudad de La Paz que se expande sin límites sobre el altiplano boliviano.
Se me hace difícil encontrar palabras para describir aquellos días.
El pequeño trekking de dos jornadas me regaló momentos inolvidables, silenciosos y llenos de paz.
El refugio del Huayna Potosí me recordó a algún refugio de los Pirineos.
La llegada al Campo Alto me dejó sin aliento y no por la altura a la que me encontraba, sino por la belleza de aquel rincón donde el refugio había decidido ubicarse.
Y, por último, pero no por ello menos importante, los primeros rayos de sol en la cima me acariciaron de tal manera que dejé de tener frío por unos interminables segundos.
Es cierto que fue la cima más concurrida, pero no puedo negar que la magnitud de la belleza de la montaña aún me eriza la piel.
Illimani, 6.462 m
Situada a 72 km de La Paz, es la segunda montaña más alta de Bolivia y la más alta de la cordillera Real.
Posee cuatro cumbres que superan los 6.000 metros,permanentemente cubiertas de nieve.
Es un estratovolcán extinto muy atractivo que adorna el horizonte de la ciudad de La Paz y por eso muchos lo consideran el guardián de la ciudad.
El primer ascenso conocido de la montaña se realizó en 1898 por el inglés William Martin Conway y los suizos italianos Antoine Maquignaz y Louis Pellissier.
El objetivo se puede disfrutar casi en su totalidad desde el pueblo de Pinaya (4.400 m), al que se llega en transporte por un desfiladero estrecho y lleno de curvas, donde coincidir con un coche de cara puede suponer un salto al vacío.
En el pueblo la vida es tranquila y las gentes que viven allí son muy hospitalarias.
Es un punto de partida ideal hacia el Nido de Cóndores, campo alto del Illimani, situado a 5.500 m.
El campo alto, estratégicamente ubicado muy cerca de donde el hielo hace su aparición, es un lugar donde el tiempo se para y el viento no da tregua.
El camino de ascenso está formado por crestas afiladas ubicadas entre las partes rocosas y heladas, un glaciar lleno de grietas, algunas infranqueables, pendientes de 45 grados y una arista cimera interminable.
La altura de los penitentes que encontré a cada paso y alguna grieta que parecía no tener fin hicieron que aquella experiencia quedara grabada a hielo en mi mente y corazón.
El mejor momento: bailar sin música esperando la salida del sol e intentando superar aquellos 15 grados bajo cero que envolvieron la cima.
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Sajama, 6.542 m
El pico más alto del país.
Es un volcán ubicado en el Parque Nacional Sajama, primera área protegida creada en Bolivia, y además forma parte de la cordillera Occidental de los Andes.
Un lugar único en el mundo para hacer montañismo de altura en un entorno agreste y aún poco visitado.
El primer ascenso de la montaña se realizó en 1939 por los austriacos Josef Prem y Wilfrid Kühm.
El parque nacional se encuentra a unos 200 km de La Paz, pero afortunadamente la carretera que los une es bastante buena y eso hace que la distancia pueda cubrirse en aproximadamente 4 horas.
Alcanzar el campo alto, situado a 5.700 m, es realmente una aventura por sí sola.
La gran altura, la sequedad y aridez, las bajas temperaturas y los fuertes vientos, y la gran inclinación del terreno hacen que la ascensión al Sajama sea agotadora física y técnicamente.
Me enamoró su cumbre plana e inmensa —un cráter lleno de nieve y hielo— y me costó imaginar que en julio del 2001 se hubiese jugado un partido de fútbol en ella.
Lo que más destacaría de esta ascensión es que cada subida escondía una superficie plana ilusoria seguida de otra subida, así que la cima parecía no llegar nunca.
Además, el frío gélido y el brutal viento me golpearon a cada paso con tal magnitud que hicieron de la última ascensión de mi viaje una dura y exigente experiencia.
Después de 21 días, os puedo asegurar que estas cimas han sido una excelente oportunidad para poner en práctica técnicas de montañismo invernal y en glaciar.
Ralizar rutas físicamente exigentes en ascensiones moderadamente técnicas y probar la respuesta de mi cuerpo a alturas cercanas a los 6.500 metros.
Solo me queda decir: y tú, ¿a qué esperas para venirte a Bolivia e iniciar tu próxima aventura?
Maite Pariente