Stéphane Brosse fue campeón francés de esquí de montaña, habitual de los podios en competiciones de ascensión vertical y gran conocedor del Montblanc. Por esta razón fue elegido por el atleta catalán Kilian Jornet para acompañarlo en la primera de sus seis travesías que forman su gran aventura “Summit of my life”. Brosse murió el 17 de junio de 2012, a la edad de 40 años, al cruzar la Aiguille d’Argentière en el macizo del Montblanc debido a la rotura de una cornisa de nieve que lo precipitó al vacío unos 600 metros. Lo acompañaban Kilian Jornet Burgada, Sébastien Montaz-Rosset y Fleury Bastien.

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Marc Pinsach, atleta y esquiador catalán de montaña, desde siempre ha sido un seguidor incondicional de Stéphane Brosse. Un verdadero fan, de aquí que se ha decidido a escribir unas palabras de homenaje a la gran figura de Stéphane Brosse.

En el esquí de montaña la Pierra Menta es lo que el Tour de Francia en el ciclismo. Y durante los primeros años de su carrera deportiva Brosse era lo que Poulidor fue en la historia del Tour de Francia. Haciendo pareja con Pierra Gignoux hicieron numerosos pódiums pareciendo que por mucho que hiciesen la victoria siempre se les resistía estaban condenados a ocupar los otros cajones del pódium. La mítica pareja Brosse-Gignoux poquito a poco fueron mejorando y rompiendo la ley de Poulidor llegaron a conquistar en 2001 su primera Pierra Menta.  No fue la madurez física lo que les permitió ganar su primer “Tour de Francia” del esquí de montaña, sino que fue su inteligencia y su técnica lo que les ayudo a subir y bajar más rápido y que muchos de los jóvenes que empezábamos con esto del esquí de montaña nos fijáramos en él. Revolucionaron el material con unas botas caseras íntegramente de carbono que con los años Gignoux ha comercializado revolucionando el mercado y poniendo en jaque las grandes marcas del sector. Aún siendo francés Brosse ejecutaba con exactitud suiza las transiciones. Se  movía con ligereza y rapidez por las zonas más técnicas y delicadas. Pero por sobre de todo era el más inteligente observando y leyendo en todo momento el terreno, la carrera, los rivales y la montaña.

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Stéphane Brosse se retiró en 2006 ganado y haciendo récord de la mítica Patrouille des Glaciers, pero ya no era Pouilidor sino que había mutado y podía tener más aspecto de Eddy Merx. Un corredor que había marcado una época, una forma de hacer, había revolucionado las carreras y había asombrado, a pesar  de los pequeños focos mediáticos de nuestro querido deporte, a una mayoría silenciosa que ama el deporte y las montañas. Fue un corredor que sirvió de inspiración por muchos jóvenes y adultos para empezar a hacer esquí de montaña, hacer carreras o acercarse los sábados de la Pierra Menta en la mítica cima del Grand Mont para animar y participar de la fiesta del esquí de montaña.  A pesar de haber abandonado la competición nuestro Merx particular no dejó de reinventarse, reinventar el deporte y andar cerca de las alturas de la excelencia y de la gloria. Fue el momento de empezar a hacer descensos vertiginosos en los Alpes con un estilo muy, muy ligero y radical o de subir y bajar del Mont Blanc en tan solo 5h i 15’. Y aquí los caminos de Stéphane y Kilian que llevaban varios años buscándose se cruzaron para realizar los sueños que tenían en sus agitadas cabezas. Sueños que ponían patas arriba los esquemas clásicos del esquí de montaña o del alpinismo, de la resistencia física y de la capacidad técnica y del compromiso. Esto los llevó a intentar cruzar el macizo del Mont Blanc de este a oeste por las cimas más altas y algunos de los descensos más comprometidos. Una empresa que Brosse llevaba tiempo en su cabeza, pero que no había contado con quien poder realizarla, ni Pierre Ginoux, su mítico compañero de fatigas, se atrevió nunca ha emprender semejante viaje. Tenían que ser dos genios, dos personajes que marcan su época, Merx e Induran juntos cruzando el Mont Blanc. La montaña ha permitido ver lo que en otros deportes es imposible, Kilian y Stéphane juntos en la misma traza, como si Merx llevara a rueda a Induran o como si Armstrong rodara a rueda de Hinault.  Genios que han marcado sus respectivas generaciones en el mismo proyecto deportivo y cooperando juntos por el mismo objetivo. Paradojas y peculiaridades de nuestro querido deporte.  En la Aiguille de l’Argentière esta imagen bucólica del deporte y de la vida se rompió y el mundo del deporte, de la montaña y de las personas se volvió un poco más pobre. Si a lo largo de su carrera Brosse mutó de Poulidor a Merx, seguramente que Kilian cogerá acento francés y será un poco Stéphane Brosse, porque para Kilian Brosse era su ídolo, quién empapelaba su agenda de colegio.

Los sábados de Pierra Menta ya nunca más serán lo mismo sin los ánimos y sonrisas del más grande esperando a todos los corredores cerca de la cima del Gran Mont, nuestro Alpe d’Huez con los ánimos de nuestro Eddy Merx.

Marc Pinsach Rubirola