Llega el día. Todo llega. Aparece el cosquilleo en el estómago, ese cosquilleo se debe llamar ilusión. Pues ilusionados vamos camino del mar. La música para el viaje ya está elegida ¡¡¡rock and roll!!! Busco entre los Cd…villancicos, pasodobles… por aquí algo que quite las telarañas… ¡AIRBOURNE! Australianos claro que si, ¡música de triatletas!
Voy a buscar a Ekaitz que se apunta a un bombardeo. Es lo que tiene esta enfermedad, que Dios los cría y ellos se apuntan.
Después de algún tiempo intentando meterme el veneno del triatlón en el cuerpo, este año lo han conseguido. Vamos a probar eso que dicen que engancha tanto.
Quedamos con el resto de la tropa Aitor, Asier, Rubén, Mikel y el campeón Nick Kastelein (australiano como la música jeje).
Nunca había preparado una mochila con tantas cosas para hacer deporte y seguro que me falta algo… casco, bici, zapatillas de correr… gafas y cuando meto el neopreno me doy cuenta que lo de hoy va a ser algo diferente: Triatlón de Deba – Campeonato de Euskadi de distancia sprint.
Nosotros tenemos un objetivo claro. ¡Hasta la victoria siempre! Todo lo que no sea ser primero será una gran decepción después de meses de duro trabajo. No nos vale ser segundos, ese es el puesto que ocupa el primero de los perdedores, pero por si acaso siempre tenemos un plan B: acabar con una sonrisa de oreja a oreja.
Nos vamos acercando a Deba, ya se ve el mar… ¡qué bonito! ¿Cuánta espuma no? ¿Cuánta agua junta no? ¿Y olas? Unos segundos de silencio… ¡pedazo olas! Alguien se ha dejado la lavadora puesta en el programa largo de centrifugado.
Colocamos los disfraces y la bici en boxes y vamos a probar el agua. Fresca para uno de Bilbao, fría para uno del interior. Nervios en la salida por como está el agua. Mucho respeto en el ambiente. La risa floja se llama nervios. Me voy a parar de reír que gasto glucosa. Me centro en las montañas verdes de alrededor… que bonito es Euskadi con sus praderas.
Suena la bocina. ¡Al agua patos!
No pensaba que el día del debut el mar se pusiera con ese genio. La naturaleza es lo que tiene.
Salgo del agua después de que la corriente me llevara a donde quisiera. La última voltereta antes de salir impresionante. Primera sorpresa ¡todavía hay bicis! ¡No me lo puedo creer!
¿De verdad que no soy el último? Una chica de la organización no se qué me dice del dorsal. ¡No me grites que me mareo!
Cambio de disfraz, cambio de escenario… ahora sí. Empieza lo bueno. 30 kilómetros de bici con un puerto muy chulo para disfrutar sufriendo.
Aterrizo con la bici, zapatillas y a correr. Esto es un no parar. Entre los ánimos de la gente se van enderezando las piernas.
Llego a la meta. No hemos podido conseguir la victoria, me han ganado 213. Otro día será.
Me acuerdo de todos los consejos de los amigos de los ánimos de la familia, de las risas en la bici cuando no apretamos los dientes, de las horas de piscina, de aquel entrenamiento en Barcelona aprendiendo a nadar. Pero me acuerdo de una persona de una manera especial. Lo de hoy va dedicado a mi madre (que nos dejo hace unos meses), cada entrenamiento la he tenido en la mente. Cada vez que cruce una línea de meta… ¡va por ti amatxo!
Me lo he pasado genial, disfrutando de cada metro del recorrido.
Ya tenemos en marcha algún objetivo más, esto solo acaba de empezar.
«Un viaje de 100 millas siempre empieza con un primer paso»
Tínin Txo